Testigo de la vida de Parí­s


FOTO LA HORA: AFP  GERARD JULIEN

Una mujer observa las fotografí­as de Willy Ronis como parte de «retrospectiva fotográfica de Arles», muestra que presentará al menos 80 fotografí­as de su carrera artí­stica.» title=»FOTO LA HORA: AFP  GERARD JULIEN

Una mujer observa las fotografí­as de Willy Ronis como parte de «retrospectiva fotográfica de Arles», muestra que presentará al menos 80 fotografí­as de su carrera artí­stica.» style=»float: left;» width=»250″ height=»168″ /></p>
<p>Willy Ronis cumplirá 99 años el próximo 14 de agosto: el decano de los fotógrafos franceses, tierno testigo de la vida del Parí­s popular y de las luchas sociales, es el invitado de honor de la 40ª edición de los Encuentros de Arles, festival dedicado a la fotografí­a que se realiza del 7 de julio al 13 de septiembre.</p>
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Arles programa Una retrospectiva de 80 fotos, unas célebres, otras menos conocidas, que permite apreciar la obra de Ronis, último superviviente de la escuela «humanista» de Robert Doisneau.

«Pero, ¿qué significa ser fotógrafo humanista? «Si me permite recurrir a una metáfora, dirí­a que es hacer fotos como el pájaro canta. Sin hacerse preguntas», declara Ronis en entrevista con la AFP.

«Tengo una empatí­a natural con mis semejantes, sin hacer angelismo. Pero en la vida he encontrado pocos cabrones», dice.

El anciano, que sólo puede desplazarse ya en silla de ruedas, mantiene empero toda su vivacidad de espí­ritu y la memoria de cada una de las aproximadamente 100.000 fotos que hizo a lo largo de su carrera.

«La primera fue una foto del valle de Chevreuse (cerca de Parí­s) tomada desde una colina». Tení­a entonces 16 años y una cámara Kodak que le habí­a regalado su padre, quien era fotógrafo de estudio.

«Para mí­ era un juguete. No querí­a ser fotógrafo, querí­a ser compositor de música», recuerda.

La vida y la enfermedad de su padre, fallecido prematuramente, decidieron otra cosa. A los 26 años de edad, Willy Ronis se hizo cargo del estudio de su padre, pero muy rápidamente «sintió que harí­a fotos en la calle».

Recorrí­a las calles de Parí­s, que fue siempre el tema predilecto de sus fotos. «No salí­a nunca sin mi cámara, ni siquiera para ir a comprar el pan. No iba nunca a los barrios elegantes. Lo que me interesaba eran las escenas populares», dice.

Una mujer corre en la calzada mojada, un niño rí­e apretando bajo el brazo una barra de pan. Dos enamorados se besan en lo alto de la columna de la Bastilla, desde la que se divisa Parí­s, una de sus más célebres fotos.

«Habí­a subido ese dí­a porque querí­a hacer fotos de Parí­s desde la altura. No vi a nadie y me dije «voy a trabajar tranquilo». Al volverme, vi a los dos enamorados que miraban el paisaje. En el momento en el que armaba la cámara, el joven le dio un beso en la sien a su amiga. No se dieron cuenta que yo los estaba fotografiando», cuenta.

Los dos jóvenes son Riton y Marinette, que Ronis conocerí­a solamente 30 años después.

Acodado en la balaustrada de un puente del Sena, Willy Ronis vio pasar una barcaza en la que jugaban dos niños. «Pulsé, y sólo después miré si tení­a la distancia correcta. Se pulsa primero, se mira después», comenta riendo el fotógrafo de los instantes de la vida.

Miembro del Partido Comunista, Ronis fotografió también «realidades duras». «Es verdad, tengo inclinaciones sociales», afirma.

Hizo reportajes en la época del Frente Popular, fotografió manifestaciones, inmortalizó en 1938 a Rose Zehner, dirigente de las fábricas Javel-Citroí«n en huelga.

«Pero muy rápidamente me gustaron todas las facetas de la fotografí­a», agrega. Se conoce su «Desnudo» de Gordes, un cuerpo de mujer inclinado sobre un lavabo, una foto sumamente surrealista con el pintor André Lhí´te.

«Tengo una formación de artista clásica, iba frecuentemente al Louvre, me gustaba particularmente la pintura flamenca, la gente en la calle, las escenas de patinaje en los canales helados», comenta.

Willy Ronis integró la agencia Rapho en 1950, colaboró con decenas de revistas, obtuvo la medalla de la Bienal de Venecia en 1957 y expuso en el MoMA de Nueva York. Se retiró en 2001, tras haber donado su obra al Estado francés.

«Pero, ¿qué significa ser fotógrafo humanista? Si me permite recurrir a una metáfora, dirí­a que es hacer fotos como el pájaro canta. Sin hacerse preguntas».

Willy Ronis