Los fabricantes de bio-cosmética baten todos los récords de ventas, pero siguen muy apegados a su organización y sus métodos propios, inspirados en la corriente de pensamiento del doctor Rudolf Steiner, la antroposofía.
Según el gabinete de asesoramiento BBE, el mercado de los bio-productos de belleza registra una cifra de negocios de alrededor de 770 millones de euros anuales. Su crecimiento promedio de 18% por año haría empalidecer de envidia a los gigantes de la cosmética, con L’Oreal a la cabeza.
Líder mundial en este segmento es la empresa suiza Weleda, cuyas ventas subieron 30% en los cinco últimos años, hasta alcanzar los 183,1 millones de euros en 2005. En el mismo período, el número dos mundial, el grupo alemán Dr. Hauschka, tuvo mejores resultados aún al multiplicar por dos su cifra de negocios, llegando a 75 millones de euros.
El principal secreto de este crecimiento exponencial es el espectacular efecto de la moda del que se beneficia este sector. Estrellas de Hollywood, como Julia Roberts, Jennifer Aniston o Madonna, son fieles consumidoras de los productos de Dr. Hauschka o de Weleda. Y así lo hacen saber regularmente en las revistas femeninas, ampliando el círculo de amantes de los cuidados corporales naturales.
«Es increíble. Hace 20 años éramos una marca para ecologistas hippies que se vendía junto a las patatas en las tiendas de productos biológicos. Hoy nuestros canales de difusión son Vogue y Elle», afirma el portavoz de Dr. Hauschka, Antal Adam.
Alentada por la apuesta general en favor de los productos naturales y la creciente sensibilidad en torno a los temas medioambientales, la ola bio tiene todavía hermosos días por delante, según los analistas. Además, el sector dispone todavía de un gran potencial, porque participa sólo con 7,5% en el mercado total de productos de belleza.
Pese a la explosión de las ventas, Dr. Hauschka y Weleda cultivan una mentalidad propia.
Las dos empresas emanaron de la doctrina esotérica de Rudolf Steiner, inspirador a comienzos del siglo XX de una nueva filosofía, la antroposofía, que apunta a reconciliar al hombre y la naturaleza.
Dr. Hauschka cultiva en su propio huerto las plantas utilizadas para sus productos de belleza siguiendo escrupulosamente las reglas de la agricultura biodinámica, desarrolladas por el Dr. Steiner.
Las plantas deben crecer sin abonos y adaptadas a los ciclos de las estaciones. Los teléfonos portátiles, por ejemplo, están prohibidos en estos jardines para no perturbar el desarrollo de la vegetación.
La sede social de Dr. Hauschka, en Bad Boll, al suroeste de Alemania, no tiene ángulos rectos en su edificio, sino únicamente curvas, tanto en el interior como en el exterior «para una mejor integracion al cosmos».
En Weleda, la dirección es un poco más flexible con los principios de la antroposofía. Pero la empresa organiza gratuitamente cursos de meditación y de expresión corporal para sus trabajadores.
Para difundir mejor su doctrina, Dr. Hauschka rehusa vender sus productos en supermercados y selecciona cuidadosamente su red comercial.
«Nuestro pensamiento y nuestro enfoque necesitan ser explicados, por eso estamos presentes sólo en las tiendas bio y en las farmacias», argumenta el portavoz de Doktor Hauschka.
Mientras, los trabajadores pueden frotarse las manos. Organizada como una fundación de interés social, Dr. Hauschka reinvierte los beneficios que obtiene. Pero el resto lo reparte entre los 600 empleados de la empresa.