Mariano Cantoral
No parcializo mi opinión y comentario ni porque haya sido el mismo Leonel Juracán quien después de garabatear en la primera página con palabras desdibujadas, «hay muchas letras perdidas ya» me haya regalado un ejemplar de su último libro de cuentos, «Inflamable». Hace algunos años publicó independientemente el libro «Guía práctica para manejar la invisibilidad», donde convidaba prosa y poesía intermitentemente.
Hay en los trece cuentos que constituyen «Inflamable» de Leonel Juracán, muchas grafías en pocas páginas; palabras entrerrenglonadas que carecen de un significado habitual, mismas que resultan ser símbolos, y que pretenden ser significados de un significante en bruto; hay mucha filosofía de la calle, afectos instantáneos, reacciones químicas, atómicas, nucleares, radiactivas y poéticas, valga la redundancia:
«Â¿Y si no era él quien conocía las leyes de la materia, sino que su existencia era el resultado de un intento de la materia por conocerse a sí misma?» ( «Como era en un principio», uno de los cuentos de «Inflamable»).
Leonel Juracán, sabe que cada letra es un retazo de autorretrato psicológico, físico, biológico, de autoconciencia y de autoconocimiento socrático; de esa cuenta imprime pedazos de su experiencia en cada retazo de narración, donde a la vez es difícil distinguir su omnipresente narración con su protagonismo testimonial:
«Estruja con sus manos un billete en los bolsillos de su pantalón, lo último que queda de su mísero salario. Los perros ladran a sus espaldas. Pasa de pronto frente a sus ojos una ventana, desde la calle puede verse a dos esposos conversando durante la cena. El hombre, a su vez, piensa en sus propias noches, sus propias cenas y su propia casa». («La musa»)
Cuando uno habla con Juracán, se entrevé que ha leído y vivido mucho, que tiene una opinión clara y consecuente para cada tema, luego nos vamos a «Inflamable» y nos damos cuenta de que cada trama del libro no es fruto de una intención mercantil, sino de una anímica, real, y artística, también de que a cada texto le ha dedicado largos plazos para poder lucirlos sin astillas, afinados como un tambor que resonamos en el imaginario.
La narración de Juracán se explica sola y se defiende sola, la letra no precisa ampliación, aclaración ni apelación, no se esconde bajo techos sino todo lo contrario, abandona los fragmentos-aposentos lingí¼ísticos para sentir cómo realmente el aire rodea y acaricia la piel de su autor y lector:
«Cada uno se cansa de sí mismo diariamente, para mortificar mejor al otro por la noche». («Deshaciendo el amor»)
Que Leonel Juracán haya bautizado este libro como «Inflamable», es probablemente, porque, su letra está manufacturada con petróleo poético, hidrocarburo refinado, esperando el reactivo pertinente para hacer ¡bum!, y convertirse en una llama que nos calcine para sentir que vivimos, y que de a poco se nos forma un nuevo pellejo.
El ¡bum! y la llama se origina al leer cada cuento, si le resulta imposible darse cuenta de ella, huela la ceniza como escapa de su boca al leer cada trozo de «Inflamable» en voz alta:
«Veo también cómo enseñan a los niños, a comportarse como adultos, jugando a la seriedad, una verdadera lástima, como si la vida necesitara de voluntad para mantenerse a sí misma». («Pensando en Diógenes»)
En el cuento «Crónica Marxiana», Juracán cuestiona las pretensiones acerca de la inmortalidad, buscada a través de la Cryogenia, que es la «técnica utilizada para preservar, utilizando muy bajas temperaturas, personas legalmente muertas, o animales, para una posible reanimación, cuando la ciencia y la tecnología futura puedan remediar toda enfermedad y revertir el daño» (Wikipedia).
Juracán disfraza de prosa poética a los ácidos orgánicos que se encuentran en los músculos de la voz y en las células nerviosas de algunos verbos, un producto químico derivado de las proteínas lingí¼ísticas, y de la estructura molecular de la semántica de la soledad. Juracán, es un escritor y a la vez un elemento químico de la tabla periódica de la literatura contemporánea de Guatemala:
«Desperté setenta y dos años más tarde, en la estación orbital MARS-489, conectado a un aparato que servía para monitorear el crecimiento de las primeras plantaciones que se hicieron en Marte». (Crónica marxiana)
No imagino un libro gigantesco de Juracán; él es más bien un escritor minimalista y que dichosamente nos puede entregar libros de 50 páginas de pureza como «Inflamable», pues su prosa es densa y esto hace que el volumen sea un tema trivial, que cada palabra imponga resistencia a la gravedad, que ella decida su sitio y su tiempo, que logre más de lo que el mismo autor quiso, que no sean presas de los esquemas litográficos:
«Un olor nauseabundo inunda el ambiente, y la sensación de vacío ahora sube hasta la garganta hasta convertirse en vértigo». («La musa»)
Al elaborar una resonancia magnética de «Inflamable», es viable notar que no está integrado por esqueletos ni viseras sino por palabras esqueléticas y viscerales, y que detrás de cada una, hay un escritor que podemos bordear en las calles especialmente urbanas.
Para concluir, «Inflamable» de Leonel Juracán, es un libro lleno de relatos tecnológicos, biológicos y atestados de tiernas manifestaciones de solitud combinada con ciencia ficción confeccionada no en la búsqueda de mundos fantásticos sino en la visión dialéctica-profética de la enajenación que nos circunvala y nos transforma en productos rebajados.
Nació en la ciudad de Guatemala en 1981. Ha trabajado como redactor y reportero cultural en la Editorial Ley-Va y en la Casa de la Cultura de Mixco.
Ha coordinado talleres formativos con Caja Lúdica y Folio 114, y actualmente es estudiante de Ciencias Químicas y Farmacia, y Humanidades.
Ha publicado «Guía práctica para manejar la invisibilidad» (cuentos y poemas) en 2001, e «Inflamable» en 2008, ambas publicaciones con la Editorial Cultura.
TíTULO: Inflamable
AUTOR: Leonel Juracán
EDITORIAL: Cultura
Aí‘O: 2008
PAíS: Guatemala
PíGINAS: 52
ISBN: 978-99922-0-197-8