El presidente estadounidense, Barack Obama, quien se opuso a la guerra en Irak lanzada por su antecesor, George W. Bush, en marzo de 2003, consideró que la retirada norteamericana era un «importante hito» pero advirtió que se avecinaban «días difíciles» en Irak.
La retirada de las tropas a las afueras de pueblos y ciudades, fue marcada por un sangriento atentado con coche bomba perpetrado contra un mercado muy concurrido en Kirkuk, a 225 km al norte de Bagdad, que dejó 33 muertos y 92 heridos el martes, según las autoridades locales.
«La explosión se produjo a una hora de gran afluencia. Sólo vi fuego y mi mostrador derribado. Cuando me di la vuelta vi vendedores en llamas en sus almacenes y en el suelo yacían personas muertas y heridas», declaró Aras Omar Ghaffour, un vendedor de verduras de 28 años.
El ataque coincidió con el día en que 500.000 policías y 250.000 militares iraquíes empezaron a hacerse cargo de la seguridad en las zonas urbanas. La mayoría de los 133.000 soldados que quedan estarán basados fuera de las ciudades y los pueblos.
A partir de ahora, el papel de los norteamericanos será sobre todo de entrenamiento y de apoyo antes de una retirada completa prevista para fines de 2011.
El primer ministro iraquí, Nuri al Maliki, criticó a los «escépticos que no creían en su capacidad (de los iraquíes) para encargarse de su seguridad» y a quienes aseguraban que «las fuerzas extranjeras no se retirarían».
«Es una ofensa a los iraquíes. Los que decían que las tropas extranjeras nunca se retirarían y conservarían bases permanentes en nuestro país están dando luz verde a los terroristas de matar a civiles», dijo.
El ejército estadounidense anunció además que cuatro soldados murieron en combates el lunes, llevando a 4.321 el número de soldados norteamericanos muertos desde la invasión.
«No se equivoquen: nos esperan días difíciles. Sabemos que la violencia en Irak continuará, lo vimos ya en el atentado sin sentido en Kirkuk esta mañana», dijo Obama el martes en la Casa Blanca.
«Es un importante paso adelante, en el que un Irak soberano y unido toma las riendas de su propio destino», señaló el mandatario estadounidense, calificando esta retirada, por la que se declaró día feriado en Irak, de «importante hito».
«La transición que transcurre hoy es una nueva comprobación de que aquellos que intentaron empujar a Irak hacia el abismo de la desunión y la guerra civil están del lado equivocado de la historia», sostuvo.
Maliki había advertido que grupos insurgentes y milicianos llevarían a cabo ataques entorno a la fecha del 30 de junio para minar la confianza en las fuerzas de seguridad iraquíes.
El ataque más mortífero de este año ocurrió cerca de Kirkuk el 20 de junio pasado. En ese atentado murieron 72 personas.
El secretario estadounidense de Defensa, Robert Gates, dijo el martes que espera «ataques esporádicos» y que los combatientes de la red Al Qaida «aumentaran su nivel de violencia para pretender que forzaron (a los soldados estadounidenses) a salir de las ciudades» y demostrar la debilidad de las fuerzas iraquíes.
La retirada del martes forma parte de un acuerdo sobre seguridad firmado en noviembre pasado y que fija las condiciones de una retirada de la presencia estadounidense en Irak.
Según el acuerdo, que fija para fin de 2011 la retirada completa y definitiva, los comandantes estadounidenses ahora deben tener el permiso expreso de Irak para llevar adelante operaciones, aunque sus tropas siguen teniendo un derecho a la legítima defensa.