El neofascismo en Centro América


Es posible suponer que el gobierno del presidente Obama nada haya tenido que ver con el golpe que el domingo rompió el orden constitucional en Honduras: Sin embargo y desde el principio, las declaraciones de la Casa Blanca han sido ambiguas. Con esta asonada, la cúpula militar (tan cavernaria y troglodita como la élite oligárquica hondureña) trata de defenestrar al presidente Manuel Zelaya y que el gobernante impuesto se sostenga sobre sus bayonetas y camine en las botas de los golpistas.

Ricardo Rosales Román
rosalesroman.cgs@gmail.com

Después del golpe que depuso al presidente Joao Goulart (1961 – 1964), el Departamento de Estado de Estados Unidos era de la opinión (y lo dijo en un documento) que la oligarquí­a brasileña sólo podí­a compararse con la retrógrada y ultraconservadora oligarquí­a guatemalteca. En Estados Unidos gobernaba Lyndon B. Johnson (1963 – 1969); en Guatemala, el golpista y Jefe de Estado de facto coronel Carlos Enrique Peralta Azurdia (1963 – 1966). No obstante, a una y a otra, los gobernantes estadounidenses las han seguido utilizando y les sirven.

En Honduras se está en un escenario similar al de aquel momento (con los rasgos y caracterí­sticas de ahora): lo más reaccionario y conservador de la cúpula castrense, tras salir obedientemente de sus cuarteles, se prestó al juego perverso de un puñado de empresarios hondureños y en una entente gorioligárquica de corte fascista, rompió la institucionalidad todaví­a formal en nuestro vecino y hermano paí­s.

En dos de mis columnas recientemente publicadas, me referí­ a sendas cuestiones a las que considero necesario volver. La primera, es la caracterización que hice del peligro principal que amenaza a los paí­ses y pueblos de América Latina y el Caribe (Diario La Hora, 29 de abril de 2009).

En la segunda me referí­ a la derrota electoral de los republicanos en Estados Unidos y la elección del primer presidente afroestadounidense. Decí­a entonces que el fundamentalismo del ala republicana derrotada y sus agentes no dejarí­an de urdir conspiraciones, provocaciones, acciones desestabilizadoras y terroristas en su obstinación por rederichizar el mapa geopolí­tico del Continente así­ como valerse de la ví­a electoral para conseguirlo (Diario La Hora, 6 de mayo de 2009).

De lo que no hablé -ni antes ni después- es en dónde podí­a estar el eslabón más débil de la cadena de cambios que están teniendo lugar en América Latina y el Caribe.

Los condenables e inadmisibles hechos ocurridos el domingo en Tegucigalpa confirman que el eslabón más débil y vulnerable para interceptar por la fuerza los moderados cambios en el área centroamericana, era Honduras, y fue hacia allí­ a donde los enemigos de la democracia representativa y la formalidad institucional dirigieron el golpe principal.

En el golpe (como oportuna y acertadamente lo señalara el representante permanente de la República Bolivariana de Venezuela en la reunión extraordinaria del Consejo Permanente de la OEA el mismo dí­a domingo) es seguro que tengan mucho que ver siniestros personajes como el ex subsecretario de Estado norteamericano Otto Reich y que es cierto que ya habrí­a retomado sus contactos con conservadoras y retrógradas élites oligarcas latinoamericanas y fascistizantes facciones castrenses del continente.

El desenlace de la crisis polí­tica e institucional en Honduras no parece estar lejos. Todo indica que su punto de arranque y decisivo no es otro que el restablecimiento del orden constitucional violentado y el retorno inmediato y sin condiciones del presidente Zelaya al ejercicio del cargo para el que fue electo.

Para que esto ocurra corresponde un importantí­simo papel a la lucha de resistencia y sublevación del pueblo hondureño contra el golpismo y el retorno al pasado, su organización, unidad y decisión. Corresponde también un histórico papel a la solidaridad internacional y las sin precedentes resoluciones adoptadas por la comunidad internacional y sus organismos internacionales que ahora sí­ puede decirse que se han puesto al lado de los pueblos en su lucha por su verdadera y real independencia.

Lo que en Honduras está en juego es el futuro de la democracia real, funcional y participativa tanto como la legitimidad institucional, popular y social. A partir de mañana y las siguientes 72 horas son decisivas, cruciales, como es crucial y decisivo para el hermano pueblo hondureño y los demás pueblos y paí­ses de nuestro Continente el dí­a del retorno del presidente Zelaya a su paí­s, y para la lucha contra el neofascismo en Centro América.