Un médico italiano, Mario Riccio, afirmó hoy que había ayudado a morir a Piergiorgio Welby, el enfermo que reclamaba el derecho a la muerte a causa de una grave enfermedad, desconectando el respirador artificial que lo mantenía en vida.
«Acepté su voluntad de morir», declaró el médico en una rueda de prensa en la Cámara de Diputados en Roma.
Riccio, un médico anestesista del hospital de Cremona (norte), explicó que había desconectado el respirador y suministrado los medicamentos necesarios al enfermo para evitarle sufrir.
El doctor precisó que Piergiorgio Welby había fallecido «media hora antes de la medianoche del miércoles».
Piergiorgio Welby, que no podía mover ningún órgano de su cuerpo salvo los ojos a raíz de su distrofia muscular, una enfermedad genética degenerativa, tuvo una muerte natural, había dicho un portavoz del Partido Radical italiano, que defendió su derecho a morir.
Apenas un día antes los expertos habían indicado que debía seguir conectado al respirador artificial que le mantenía con vida porque su muerte no era inminente.
«Todos estamos agradecidos (a Welby) por lo que pudo imaginar y obtener», dijo Marco Panella, el líder histórico del Partido Radical, en un emotivo mensaje transmitido por la estación de radio de su agrupación política.
«Será una fuente de fortaleza, amor y esperanza para todos los hombres y mujeres que aman la vida, la libertad y la responsabilidad», añadió.
Welby, conectado a un respirador artificial desde 1997 y que hubiera cumplido 61 años el próximo martes, reclamó su derecho a morir en una carta abierta dirigida al presidente italiano Giorgio Napolitano en setiembre pasado.
Su iniciativa desató un intenso debate sobre la eutanasia en Italia, predominantemente católica.
Pero el paciente se halló en un limbo judicial luego de que una corte civil indicó que un «vacío legal» le impedía reconocer su derecho a ser desconectado de la máquina que le mantenía con vida.
La ministra de Salud, Livia Turco, indicó el sábado que el fallo de la corte confirmó «la necesidad de redactar urgentemente normas capaces de aclarar el marco legal» sobre el tema.
El Consejo Superior de la Salud (CSS), un grupo consultor que depende del Ministerio de Salud, había indicado ayer que «el tratamiento de Piergiorgio Welby, en particular el respirador artificial que le mantiene con vida, no constituye un cuidado excesivo».
«Al día de hoy Welby no puede mover más que sus ojos, lo cual le permite comunicarse. Cuando ya no pueda hacer eso, su cerebro aún funcionará y será prisionero total de su cuerpo», había indicado este mes uno de sus abogados, Riccardo Maia.
La derecha política en Italia se oponía a desconectar a Welby del respirador, mientras la coalición de centroizquierda en el poder se hallaba dividida sobre el tema.
«La eutanasia es el equivalente de matar y la Iglesia no puede aceptarlo», dijo el cardenal Javier Lozano, el más alto funcionario del Vaticano para temas de salud, en referencia al caso de Welby.
«El uso de medios desproporcionados, absolutamente futiles, para tratar a un paciente con una enfermedad terminal es una práctica cruel y sin sentido que sólo prolonga la agonía, el dolor y el sufrimiento», añadió no obstante.
Sólo Bélgica y Holanda han legalizado la eutanasia en Europa, mientras Suiza permite el suicidio asistido.