Fundada en 1946 por 15 países balleneros para administrar un recurso amenazado por la pesca industrial, la CBI, única organización mundial que regula la cacería de los grandes cetáceos, está paralizada por la querella entre los países cazadores de ballenas, que juzgan exageradas las amenazas que pesan sobre estos animales, y los países «protectores» que exigen el mantenimiento de la prohibición de la pesca comercial.
En Madera, los 85 Estados miembros de la CBI decidieron prolongar un año las negociaciones sobre el futuro de la organización.
En una resolución adoptada por consenso, los Estados miembros, constatando «desacuerdos fundamentales sobre la naturaleza y el objetivo» de la CBI, decidieron «reconstituir por un año» el grupo de trabajo reducido creado en 2008 con motivo de la última reunión anual en Santiago de Chile.
«Debemos restablecer un consenso sobre lo que es la CBI y lo que debe hacer, cuando hay al menos dos maneras contradictorias de responder a esta pregunta», declaró a la prensa Cristián Maquieira.
Mientras eso ocurre, y para preservar un ambiente que se deseaba «constructivo», la CBI evitó durante los cuatro días de reuniones, toda decisión que pudiese provocar enfrentamientos, aplazando los debates sobre el único punto que podía ser objeto de votación: la solicitud de Dinamarca de reanudar la caza de la ballena jorobada en Groenlandia.
Ante la falta de temas de debate, ya que las posiciones eran diametralmente opuestas, la reunión fue abreviada, terminándose un día antes con respecto a lo programado.
«La estrategia que consiste en evitar toda decisión no resolverá ningún problema», deploró el ecologista Nicolas Entrup, de la Sociedad para la conservación de las ballenas y delfines.
Varias delegaciones no ocultaron su pesimismo sobre el porvenir de la CBI, dividida entre dos campos antagonistas.
Japón reafirmó su compromiso de continuar los esfuerzos con miras a lograr «un acuerdo interino», pero el delgado nipón Joji Morishita advirtió que era «imperativo» llegar a un acuerdo en 2010, ya que de lo contrario «el porvenir de la CBI se vería seriamente cuestionado».
Australia, muy comprometida en la defensa de las ballenas, se negó «a firmar un cheque en blanco para consultas sin fin», como lo dijo su ministro del Medio Ambiente, Peter Garret, quien dijo esperar gestos adicionales sobre la cacería supuestamente «científica» que lleva a cabo Japón, sobre todo en las aguas del Océano Antártico.
De las 1.936 ballenas cazadas el año pasado, los arpones de la flota ballenera nipona mataron más de la mitad, lo que representa más que la totalidad de los cetáceos atrapados por Noruega e Islandia, únicos países de la CBI que rechazaron la moratoria de 1986 y practican oficialmente la cacería comercial.
Un total de 1.936 ballenas fueron cazadas el año pasado, más de la mitad de ellas por Japón, que bajo el pretexto de caza científica sigue siendo el primer país ballenero del mundo, según los datos de la Comisión Ballenera Internacional (BNI).
Pese a la moratoria que prohíbe la pesca comercial, vigente desde 1986, cerca de 40.000 ballenas han sido sacrificadas desde entonces por los países que se niegan a acatarla, o bajo el pretexto de cacerías científicas y pesca de subsistencia tradicional.
A continuación el número de grandes cetáceos muertos durante la temporada 2008-2009 por país:
País Número de ballenas Tipo de caza
Japón 1.004 Pesca científica
Noruega 536 Reservas a la moratoria
Dinamarca 168 Pesca aborigen de subsistencia
Rusia 132 Pesca aborigen de subsistencia
Estados Unidos 50 Pesca aborigen de subsistencia
Islandia 38 Reservas a la moratoria
Corea del Sur 6 Ilegal
San Vicente y las Granadinas 2 Pesca aborigen de subsistencia