Finlandia transmitirá a Alemania el 1 de enero próximo la presidencia de la Unión Europea (UE) con el sentimiento del deber cumplido, aunque ciertos objetivos como el acercamiento con Rusia o el avance en las negociaciones de adhesión de Turquía al bloque no se alcanzaron.
Los finlandeses, a quienes el presidente de la Comisión Europea, José Manuel Durao Barroso, había pedido encarnar «la Europa de los resultados» para reconciliar a los ciudadanos con el proyecto comunitario, lograron cerrar importantes cuestiones preparadas por Austria en el primer semestre.
En ese marco, se sellaron acuerdos sobre la directiva de liberalización de los servicios; la legislación Reach sobre el control de las sustancias químicas; el 7º programa marco para la investigación y el desarrollo; el Fondo de Ajuste a la Globalización; y la Agencia Europea de Derechos Fudamentales.
«Tras un año 2005 muy difícil, oscurecido por las crisis sobre el Tratado constitucional y las perspectivas financieras 2007-2013, el trabajo legislativo de la Unión se reanudó de manera eficaz», señala el Centro de Política Europea, con sede en Bruselas.
El primer ministro finlandés, Matti Vanhanen, citó a Reach y la directiva de servicios entre los éxitos de su presencia, aunque reconoció que también le hubiera gustado lograr la revisión de la ley sobre el tiempo de trabajo, un expediente social en el que los 25 se encuentran bloqueados desde hace dos años.
«Estuvimos a punto de lograrlo, nos faltaba un voto para tener la mayoría calificada. Si hubiésemos sabido que sería tan cerrado, quizás nos habríamos esforzado más», declaró Vanhanen, al referirse a esa cuestión.
En cuanto a la política con los países terceros, los finlandeses han estado a la altura de su reputado pragmatismo.
Defensores de la continuidad de la ampliación, finalizaron el proceso de integración de Bulgaria y Rumania, que se sumarán a la UE el próximo 1 de enero.
Además, llevaron adelante intensas negociaciones con Turquía para evitar una crisis de proporciones a raíz de la no aplicación por parte de Ankara de un protocolo que la obliga a abrirse al tráfico marítimo y aéreo de Chipre.
De todos modos, es cierto que los finlandeses no lograron convencer a los turcos y no pudieron evitar una suspensión parcial de las negociaciones de adhesión.
Más decepcionante fue el resultado de los contactos con Rusia, socio fundamental para el país nórdico, ex gran ducado del imperio ruso.
La UE esperaba lanzar negociaciones para un nuevo acuerdo de cooperación con Moscú que le permitira garantizar más su abastecimiento en hidrocarburos, pero Polonia bloqueó esa apertura a raíz de un embargo ruso sobre la carne polaca.