El vestirnos, desde nuestra ropa interior, nuestra ropa exterior, el arreglarnos como nos sintamos más bonitas o guapos con nosotros mismos es un derecho personal y una expresión de amor propio. Y nadie debiera intervenir en estas pequeñas decisiones particulares, a menos que sea de nosotras/os el deseo de solicitar algún consejo.
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Escribir de calzones pudiera no ser lo más ortodoxo para esta columna, pero conforme se vaya desarrollando el tema entenderán mi intención. Usualmente escribo cosas de las cuales voy teniendo contacto a través de diálogos que sostengo con otras personas o en mis lecturas; y la historia que les voy contar me pareció un tanto insólita y frecuente. «Un marido que no permite a su esposa utilizar más que calzones grandes cuando sale de su casa».
El significado del vestir interiormente es el de cubrir nuestra piel, nuestra intimidad y no es precisamente para compartir con otras personas, es un regalo una caricia personal hacia nosotras/os mismos. Es cierto que también puede ser una expresión de erotismo, pero no forzosamente ha de ser una situación compartida. Podemos también disfrutar de nuestro autoerotismo con el simple hecho de utilizar prendas de ropa interior que nos agraden y nos hagan sentir más sensuales. ¿Qué de malo hay en ello?
Los calzones grandes, o calzones mata pasiones, puede ser una elección para muchas mujeres, y está bien si es su elección. Pero que, si alguna decide cambiarlos por prendas más cómodas y atractivas a su modo de ver. Aún si pudiera ser más conveniente un calzonón debido al exceso de peso, a las llantitas, pero, si nos sentimos mejor con otros porque no usar el de nuestra elección.
Me acuerdo que dentro del guardarropa interior existían colores que debían estar abolidos, según nuestras abuelitas, el negro y el rojo, ¡Huy que susto!, y ahora los diseños y los colores de las prendas íntimas de vestir aún son más versátiles. Así que cataplum, plum, plum con nuestras generaciones pasadas.
En las película de Bridget Jones existe una escena en donde ella organiza su ropa y podemos observar sus calzones grandes, ella no se sentía muy cómoda con su figura ni con su persona y estas prendas simbolizan este sentir. Sin embargo, pese a su sobrepeso y a ser una mujer fuera de los estereotipos sociales de belleza, desde allí ella puede lucir y expresar su sensualidad.
A la mujer que les comento que su esposo solamente le autoriza a utilizar prendas íntimas desabridas, también le limita su vestuario exterior, la posibilidad de decidir si quiere depilarse o no, mejor si no se pinta. Y ella me ha dicho si esto evita que él se enoje y me da tranquilidad en la vida. Pues lo seguiré haciendo, pero esto es, muy a costa de su propia vida lo que conlleva a consecuencias para su yo interno y para la misma relación de pareja. Le están privando de jugar con su propia sensualidad, de tener un acercamiento cariñoso con su ser corporal.
Y todo ¿por qué? Los celos, la conducta machista que le impide al hombre confiar en sí mismo y en su pareja. Para fines prácticos el que quiere ser infiel lo es con calzones grandes, con oyitos, raídos, blancos y puros.
Qué lindo fuese que en lugar de sentir celos de la persona amada, pudiera sentir admiración de verla tan linda, con mucho más amor propio, capaz de disfrutar desde su intimidad de caricias personales que es capaz de darse, al elegir ropa interior que le hace sentir más contenta consigo misma.
Este es un extremo de la privación de la libertad de cualquier sujeto y también es una manifestación machista y podría caber en la categoría de maltrato a la mujer, al privarla de su libertad personal de la toma de decisiones desde las más pequeñas, lo que conduce a la anulación de ella misma como sujeta de derechos individuales.