«Y me hice maestro que fue hacerme creador», son las hermosas palabras que una vez pronunció José Martí, el Apóstol de la Libertad de Cuba, y que nosotros reproducimos en este espacio para rendir homenaje a todos los miembros del magisterio nacional en la víspera del 25 de junio, fecha de celebración del Día del Maestro en Guatemala.
La ocasión es propicia para expresar nuestra admiración a todas y todos los profesores que laboran en el territorio nacional, pero especialmente a quienes trabajan en las montañas y en lugares lejanos e inhóspitos, llevando el pan del saber a los niños de esta adolorida Patria para romper las cadenas de la ignorancia y abriendo la puerta hacia el progreso.
Con mucha frecuencia, la labor del maestro ha sido incomprendida como consecuencia de la manipulación de sectores poderosos que ven amenazada su hegemonía con las movilizaciones y marchas impulsadas por el gremio magisterial en busca de mejores condiciones de vida.
Pero los maestros no solamente son forjadores de los futuros ciudadanos en las aulas, sino que han librado grandes batallas a favor de la libertad y la justicia social. En ese sentido hay que recordar a la maestra mártir María Chinchilla, quien ofrendó su vida en 1944 abonando el camino para el derrocamiento de la dictadura de los 14 años del general Jorge Ubico. En resumen, los maestros fueron una pieza clave para el triunfo de la gloriosa Revolución del 20 de Octubre.
En Guatemala ha habido excelentes maestros, pero la historia señala que desde el año 1931, el futuro doctor Juan José Arévalo Bermejo fue proclamado como líder indiscutible y abanderado del magisterio nacional. Fue un conocido maestro, autor del Método Nacional de Lectura, y de la Guía del Método, su primer libro pedagógico. Era doctor en Filosofía y Ciencias de la Educación, y un auténtico símbolo de honestidad y trabajo.
Durante su gestión como Presidente de Guatemala, entre 1945 y 1951, dio un gran impulso a la alfabetización de las masas. Una de sus primeras tareas fue empezar a construir edificios para escuelas. Precisamente llevó las escuelas a las aldeas y algunas de esas escuelas «tenían ruedas para trepar a las montañas y meterse en los bosques», como dijo en uno de sus primeros discursos ante el pueblo de Guatemala. Las escuelas llevaban no sólo la higiene y el alfabeto, sino también la doctrina de la Revolución de Octubre de 1944.
Sin duda, una de las acciones más trascendentales del Presidente-Maestro, fue haber decretado el escalafón magisterial que transformó en forma positiva la vida de los maestros, así como la construcción de las escuelas tipo federación, que todavía funcionan en los departamentos de la República.