Expertos, políticos y las ONG denunciaron el lunes en París la «biopiratería» o saqueo industrial de los recursos naturales y de los conocimientos de los países del Sur, una injusticia económica y moral y una amenaza para la diversidad.
«Es una maldición, un robo colectivo», declaró la ecuatoriana Patricia Gualinga, miembro del pueblo kichwa de Sarayaku, en la Amazonia, y coordinadora de la asociación «Alianza de los pueblos», con motivo de los Primeros Encuentros internacionales sobre la Biopiratería en la Asamblea Nacional.
«Mi padre es chamán, conoce muchas plantas y luchó durante veinte años contra la intimidación» de los industriales. «Los pueblos indígenas ya no tienen confianza y quieren defenderse porque el modelo occidental demostró que no era correcto», sostuvo.
La industria de lo «natural» que engloba a los laboratorios farmacéuticos, cosméticos y a los especialistas de lo biológico, entre otros, se aprovecha de la rica diversidad de los países del Sur.
Para encontrar el ingrediente novedoso, las empresas «saquean sin contrapartida» los conocimientos ancestrales de los pueblos autóctonos convirtiendo en patentes los recursos biológicos de valor comercial, recalca el Colectivo Biopiratería, organizador del coloquio.
«Dicen que no hacen más que patentar el proceso de laboratorio pero es una artimaña monstruosa», se indignó Marie-Christine Blandin, senadora francesa ecologista.
«Los pueblos tienen el derecho de no permitir que organizaciones con otros intereses que no son el bienestar general los saqueen», insistió Danielle Mitterrand, presidenta de la fundación Francia Libertades y esposa del ex presidente socialista.
Se pueden obtener triunfos contra esta «epidemia de patentes», recordó la militante antiglobalización india Vandana Shiva, mencionando el caso emblemático del Neem indio (Azadirachta indica).
Al comienzo de los años 1990, las propiedades de este árbol, que la India utiliza desde hace más de 2.000 años en agricultura, medicina y cosmética, fueron objeto de una serie de patentes depositadas principalmente por el gigante W.R. Grace.
El combate duró una década y acabó con una victoria ante la oficina europea de patentes que reconoció la anterioridad de los conocimientos tradicionales indios sobre el Neem, recordó Vandana Shiva.
La Sacha Inchi (Plukenetia volubilis), un bejuco que produce almendras muy concentradas en ácidos grasos cultivadas por los pueblos de la Amazonia desde hace más de 3.000 años constituye otro ejemplo.
Dos empresas francesas han presentado solicitudes de patentes ante el Instituto Nacional de la Propiedad Industrial (Inpi) para elaborar cremas cosméticas con aceite de Sacha Inchi pero Perú se opone, asegura Mathieu Mellul, del colectivo Biopiratería.
La Comisión Nacional peruana de lucha contra la biopiratería se ocupa actualmente de 18 casos, precisó el ingeniero agrónomo peruano Andrés Valladolid Cavero.
De todos modos se están levantando murallas frente a estas prácticas, según Cyrille Costes, abogado especializado en la propiedad intelectual.
La Organización Mundial del Comercio (OMC) y la Organización Mundial de la Propiedad Intelectual (OMPI) estudian cómo integrar estos conocimientos tradicionales en el derecho internacional y en la propiedad intelectual, concluyó.