Lo anterior se da debido a que las fuerzas sociales y los partidos políticos son parte de la sociedad y en la conciencia social de ésta, la violencia ocupa un lugar bastante repetitivo, constante y privilegiado. Si se duda de lo anteriormente expuesto, sólo obsérvese las actitudes que el guatemalteco y la guatemalteca hacen en los distintos tipos de relaciones que entablan. Ejemplos tenemos: la violencia intrafamiliar, la violencia verbal (en Guatemala casi todos nos hablamos con ofensas); la violencia de género: entre otros tipos de violencia. La conciencia social de nuestra sociedad tiene un sólido arraigo de violencia y que viene desarrollándose desde hace 500 años. Por todo lo anterior decimos que repugna leer y escuchar a guatemaltecos y guatemaltecas «instruidos» académicamente que se lamentan por la violencia en general, y la violencia política en particular. Repugna, porque muchas veces y casi siempre de manera inconsciente escriben o vociferan frases tales como «no a la violencia» «si a la paz», etc., etc. Pero lo que no entienden o no quieren entender es que la única forma por medio de la cual podemos llegar a comprendernos y solucionar los problemas de Guatemala de forma pacífica es: Entendiendo nuestra verdadera historia y no escondiendo ni negando nuestro pasado de violencia. En otras palabras, tenemos que construir de manera colectiva nuestra IDENTIDAD NACIONAL con base al examen histórico de lo que nunca ha tenido identidad. ¡Si no nos conocemos a nosotros mismos y a los demás, no podremos transformar la violencia en entendimiento y paz!