Dadivosos


Los guatemaltecos somos dadivosos. Desprendidos. Especialmente cuando en el lenguaje popular queremos expresar un sentimiento. Entonces, todas las barreras se rompen Y en una explosión lingí¼í­stica soltamos toda nuestra molestia en un simple «hijo de cien mil…». Haciendo constar que la cantidad puede ser variable de acuerdo a la intensidad de nuestro rechazo.

Carlos E. Wer

Creo que en este caso la cantidad podrí­a llegar muy alto cuando trate de clasificarse a quienes comercian con la droga. Especialmente aquéllos a quienes, en la cadena de mando, se encuentran en la cúpula del negocio. Y viene ello al caso, porque en La Hora de ayer se publicó un extenso artí­culo en el cual se trata ya, en Guatemala, de su legalización. Una campaña mundial que lleva a cabo, a través de todas las organizaciones que financia, el megaespeculador y achichincle de la corona británica George Soros, para quienes la cantidad que les corresponde, vuela muy alto.

Y es, porque la humanidad, al igual que la individualidad humana tiene como pésima costumbre el que todo lo olvida, como dice la canción, con el tiempo. Y han olvidado, que a mediados de los 1800´s, en pleno siglo XIX, las armadas de madre e hijo, representadas por Inglaterra y Estados Unidos, se encargaron de bombardear los puertos chinos, para obligarlos a abrirlos al comercio del opio, en lo que precisamente se llamaran «las Guerras del Opio». El resultado, como hoy, aparte de que la «pérfida», se aprovechara para quedarse con Hong Kong y Shangai, (como quieren quedarse totalmente con Belice) estupidizando a aquellos dentro de la población china que, cayeron en sus garras.

Hoy nuevamente la población del mundo se ve amenazada por toda la agresividad proveniente de quienes se insertan en la cadena «productiva» de la droga. Desde aquéllos que la siembran y cosechan en los campos de Afganistán, en donde los «malos» talibanes habí­an logrado erradicarla en un alto porcentaje, hasta hoy, que los «buenos», habiendo derrotado a los talibanes y de la mano de las fuerzas «democráticas» de la Alianza han apañado el crecimiento en un doscientos ochenta por ciento, de la producción de opio, según estudio aterrador por cierto, efectuado por la ONU. Fenómeno que sucedió también en el Perú, en el que el «odiado» chino Fujimori, el hijo pródigo de las polí­ticas neoliberales, quien habiendo logrado reducir la producción de coca en su paí­s, la trama para derrocarlo, llevara a sus herederos, quienes de la mano del apoyo de los mismos que bombardearon los puertos chinos, a elevarla nuevamente.

Esas mismas fuerzas, que nos duermen a través de los medios de comunicación masiva, tratan de desestabilizar a Irán, por la sola razón, de que es el paí­s que posee el récord mundial de incautación de droga.

Las intensas campañas mediáticas llevadas a cabo por el fascista Soros, por medio de las cuales tratan de convencer al mundo, o de los efectos médicos positivos, especialmente de la mariguana, o que «la guerra contra las drogas no se puede ganar» y que, por lo consiguiente legalizarla reducirí­a el daño que ella representa, pretendí­an llevar ese mensaje a la especial evaluación de diez años, que la ONU a través de su Comisión de Estupefacientes, llevara a cabo, en Viena el pasado mes de marzo.

Con ese sucio negocio que deja la bicoca cantidad de cerca de un billón de dólares de ganancias, la «city» de Londres, en el que se manejan esos negocios turbios, pretenden hacerse de dinero que ayude a detener la debacle creada por sus instituciones financieras, quienes fieles al «Sistema Económico Británico» de Libre Comercio y su avorazada pasión por el dinero fácil han llevado al mundo al borde del colapso del sistema económico-financiero.

Es necesario y urgente, que las autoridades que deban responsabilizarse del problema, se empapen de información al respecto, incluso el preguntarse el porqué de que la tecnologí­a manejada por los Estados Unidos de América, capaz de detectar a una persona cenando en un Restaurante de Bagdad, no sea capaz de detectar los aviones que salen de los campos de droga de Colombia. Y de paso, leer un poco acerca de la participación de «Sir» George Bush en la masiva introducción de la droga en los propios Estados Unidos.