Gritos de «Dios es grande» de contestatarios


Agitando la bandera durante la protesta en contra de la elección, a pesar que más del 60 por ciento  de los votos es a favor de Ahmadinejad. 

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<p>Los primeros gritos comienzan al anochecer en la capital de Irán, Teherán, cuyos habitantes lanzan la consigna de «Dios es grande» para cuestionar la reelección del presidente Mahmud Ahmadinejad.</p>
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PIERRE CELERIER

A las 21:30 horas locales, algunas voces aisladas empiezan a resonar en la noche. El clamor aumenta hasta producir un verdadero ruido de fondo, que cubre el rumor de los vehí­culos y se introduce en las viviendas.

Esta expresión de desafí­o apareció pocos dí­as después de la elección presidencial del 12 de junio, y continuó aumentando.

La receta fue inventada por el imán Ruholá Jomeini, cuando luchaba contra el régimen imperial.

Ante la sangrienta represión de los manifestantes por las tropas en las calles de la capital, Jomeini convenció a los iraní­es de que durante las noches subieran a los techos para gritar «Alá u akbar».

Este grito garantizaba en cierta medida la seguridad de quienes lo lanzaban y representaba un desafí­o al poder del sha, cuyo régimen finalmente fue derrocado en 1979.

Mir Hosein Musavi, el principal rival de Ahmadinejad en estos comicios y lí­der de la impugnación de su reelección, adoptó este sistema y alentó a sus partidarios a aplicarlo todos los dí­as.

Musavi conoce bien sus efectos, pues en la época de la Revolución Islámica iraní­ era uno de los principales colaboradores de Jomeini.

Este movimiento se ha extendido a casi toda la ciudad, donde todas las noches, del este al oeste, del norte al centro, y en menor medida en el sur, el grito de protesta resuena durante más de una hora.

A la voz poderosa de uno, responde el coro de un grupo. Se adivinan las voces de los jóvenes y menos jóvenes, de hombres y mujeres. Desde la calle, los autores de ese concierto improvisado son invisibles. Gritan desde los terrados, los jardines, los patios o los apartamentos con las ventanas abiertas.

Las primeras noches, desconocidos armados trataron de matar a este movimiento en sus comienzos, de acuerdo con varios testigos, disparando hacia los manifestantes que eran visibles desde la calzada.

Sin embargo, como las manifestaciones en las calles eran cada vez más peligrosas, el movimiento de oposición vocal aumentó en los últimos dí­as.

«El ruido es más fuerte desde que mataron a esas personas», explicó un habitante del centro de la capital.

Al menos 17 personas murieron en Teherán, según las autoridades, desde el comienzo de las manifestaciones, el 13 de junio.

La jornada más violenta, el sábado pasado, dejó al menos diez muertos. Los Guardianes de la Revolución, el ejército de elite del régimen amenazó el lunes a los manifestantes con responder de forma «decisiva y revolucionaria». No indicaron sin embargo cómo pensaban silenciar las voces que todas las noches se elevan en la capital iraní­.