El poderío bélico de Estados Unidos podría resultar de poca utilidad para el presidente Barack Obama frente a Corea del Norte, donde una opción militar supondría miles de bajas a riesgo de fracasar de todos modos en su búsqueda de las armas nucleares del régimen comunista.
Según expertos estadounidenses, Washington no ve opción militar satisfactoria, en parte porque Pyongyang dispone de una enorme potencia de fuego dirigida a sus vecinos surcoreanos, pero también porque el país puede fácilmente disimular sus armas y otros elementos de su programa nuclear.
Con un ejército de más de un millón de soldados y un vasto arsenal de artillería y misiles apuntando a Corea del Sur y Japón, el régimen norcoreano podría generar una masacre en represalia a un ataque preventivo contra sus sitios nucleares.
Las víctimas se contarían en cientos de miles, probablemente desde los primeros días de un eventual conflicto, aseguran los expertos.
«Si se desatara un guerra de envergadura, las bajas serían inimaginables», dijo Chaibong Hahm, principal politólogo de Rand Corporation, un gabinete estratégico con sede en California.
«A fin de cuentas, a nadie le queda la menor duda de que las fuerzas estadounidenses y las surcoreanas unidas vencerían. Pero a qué costo, ahí está el asunto», añadió.
El ex presidente estadounidense Bill Clinton había considerado seriamente lanzar un ataque preventivo contra el sitio nuclear de Yongbyon, pero la vía diplomática había logrado resolver esa crisis.
Desde entonces, el programa atómico norcoreano siguió desarrollándose en total el mayor secreto, lo cual dificulta cualquier estrategia de Washington.
Los aviones estadounidenses probablemente puedan inutilizar la producción de plutonio y las instalaciones de reprocesamiento con bombardeos dirigidos, pero las bombas atómicas podrían estar escondidas en la red de túneles y galerías subterráneas del gobierno.
«No sabemos dónde están las armas nucleares existentes», dijo Michael O»Hanlon, un veterano analista del Brookings Institution, otro grupo de estudios con sede en Washington.
De su lado, el secretario de Defensa de Estados Unidos, Robert Gates, descartó el jueves una eventual ofensiva militar.
«No tenemos ninguna intención de actuar militarmente contra Corea del Norte a menos que haga algo que así lo exija», dijo Gates durante un vuelo hacia Singapur. «Si los norcoreanos hacen algo extremadamente provocador en el plano militar, tenemos los medios de encararlo», advirtió.
Gates también desestimó aumentar el despliegue de tropas: «No creo que tengamos necesidad de reforzar nuestra presencia militar en el sur (de la península coreana)», donde están estacionados unos 28.000 soldados estadounidenses.
Pyongyang anunció haber efectuado el lunes un segundo ensayo nuclear desde 2006, tras lo cual lanzó cinco misiles de corto alcance, al tiempo que amenazó con atacar Corea del Sur tras la decisión de Seúl de unirse al Programa de Seguridad contra la Proliferación (PSI).
Con dos guerras en curso en Irak y Afganistán, Washington se vería en apuros a la hora de disponer de las tropas necesarias para enfrentar un eventual tercer conflicto bélico.