Desde su lanzamiento, el euro se impuso como la segunda divisa más utilizada en el mundo, pero está muy lejos de destronar al «rey» dólar, que pese a su debilidad actual sigue siendo la moneda dominante a nivel internacional.
Cuando Eslovenia se una a la zona euro a comienzos de 2007, el euro será la moneda legal de 315 millones de personas distribuidas en 13 Estados, y su número está llamado a crecer poco a poco a medida que los otros países de la Unión Europea (UE) integren el club.
En comparación, la población estadounidense es de alrededor de 300 millones. Pero ocho años después de su lanzamiento a los mercados financieros, y casi cinco años después de la introducción de los billetes y monedas, el peso de la divisa europea sigue siendo modesto en dos áreas cruciales: las reservas oficiales de cambio y el comercio internacional.
El euro representa el 25,4% del conjunto de las reservas, según el Fondo Monetario Internacional (FMI) de junio de 2006, frente al 18% en 1999. El dólar se apropia de alrededor del 70%.
En el comercio internacional, el dólar sigue siendo predominante en las facturas de las materias primas, como el petróleo, y en los grandes contratos industriales, como en la aeronáutica.
El euro sigue teniendo carácter regional, como moneda de facturación, anclaje, reserva y como divisa paralela exclusivamente en las regiones vecinas: Estados de la UE fuera de la zona euro, Balcanes, Rusia, Mediterráneo, ífrica del norte y países de la zona del franco.
Los países vecinos de la UE representan sólo 2% del producto interno bruto (PIB) mundial, mientras que los Estados que se sirven ampliamente del dólar, sobre todo en América Latina y en Asia, constituyen el 17% del PIB, destacó el Banco de Francia en un estudio de marzo pasado.
Como moneda de financiamiento, el euro desempeña un mejor papel ante el dólar. El stock de títulos de crédito internacionales en euros se eleva a poco menos de 32% actualmente, frente a 19% al momento de su lanzamiento. La participación del dólar pasó de 40% a alrededor de 44% en el mismo período.
Para el euro, Asia ofrece las mejores perspectivas de futuro, teniendo a China en su punto de mira, que posee una quinta parte de las reservas de cambio mundiales. El país ancló el yuan a una cesta de monedas, entre ellas el euro, y no sólo el dólar, y ha emprendido lentamente una diversificación de sus reservas para disminuir a medio plazo su dependencia de la divisa norteamericana.
Algunos observadores creen descubrir en las recientes alzas del euro frente al dólar las premisas para su gran papel como valor de refugio.
Pero el proceso será lento y progresivo. Su fuerza actual está ligada sobre todo «a las robustas estadísticas económicas de la zona euro, que apuntan hacia nuevos aumentos de las tasas de interés del Banco Central Europeo, mientras que las cifras de Estados Unidos son moderadas y permiten entrever una baja de las tasas de la Reserva Federal el año próximo», afirma Holger Schmieding, economista del Bank of America.