Los dos millones de eslovenos se preparan con serenidad para abandonar el 1 de enero su moneda nacional y comenzar a utilizar el euro, convirtiéndose en el primero de los nuevos Estados miembros de la Unión Europea que adopta la moneda única.
Pese a las inquietudes expresadas por algunos de los pioneros, como Francia o Alemania, tras la adopción de la moneda única hace cinco años, esta joven democracia, miembro de la UE desde 2004, ve aproximarse la transición monetaria con confianza.
«Estamos bastante bien preparados», afirma el presidente del Banco Central Esloveno, Mitja Gaspari. «Con el último cambio de divisa, hace 15 años, adquirimos una cierta experiencia», añadió.
Eslovenia abandonó en 1991 el dinar, la moneda de la ex Yugoslavia, a la que pertenecía, para instaurar el dólar, su nueva moneda nacional, con un tipo de cambio de uno por uno.
A partir del primero de enero, al dólar sólo le quedarán dos semanas como moneda de curso legal, en paralelo con la introducción del euro, que se cambia por 239,640 dólares.
Aunque la conversión no será cómoda, el cambio no asusta a los consumidores de Eslovenia, que será el decimotercer país en adoptar la moneda única en la UE.
Por varias razones: ya en la «época yugoslava», los grandes gastos, como la compra de un coche, se calculaban en marcos alemanes. Y después, la mayoría de los eslovenos han utilizado ya los euros en sus vacaciones en los vecinos Italia y Austria.
En Liubliana, taxis y hoteles aceptan desde hace meses la moneda única europea.
La adaptación se ha hecho progresivamente: el doble etiquetado de los precios en dólares y euros es obligatorio desde marzo y los precios en dólares desaparecerán de los establecimientos el 1 de junio de 2007.
La idea es pasar página rápidamente y concentrarse en seguida en la detección de posibles redondeos al alza excesivos de los precios.
La presidenta de la Asociación de Defensa de los Consumidores, Breda Kutin, vigila este aspecto desde hace varios meses. Como miembro del comité nacional de coordinación para la introducción del euro, junto a los representantes de las empresas y el gobierno, su asociación lanzó en primavera una campaña para «la vigilancia de los precios, como una especie de presión informal», explica.
Sin embargo, «aparte de la cerveza, el café y el corte de pelo», los precios no deberían aumentar demasiado, estima el presidente del Banco de Eslovenia, que recuerda además que los comerciantes se comprometieron a ser razonables.
Según él, algunos redondeos al alza serán inevitables, pero no supondrán una espiral inflacionista, en un país que en noviembre anunció una tasa interanual de inflación del 2,5%.
«No repetiremos los errores de los primeros países de la zona euro, que sufrieron, al final, inflación y una reducción del nivel de vida, que no son exactamente los objetivos por los que queremos ser miembro del club», precisó Gaspari.