Así como la foto no mató a la pintura, la revolución digital que nos ha sumergido en un exceso de imágenes «no debe matar el arte fotográfico», sostiene el periodista francés Jean Paul Ribes invitado especial a la III bienal de fotografía en Bogotá.
«Corremos el riesgo de enfermarnos por una indigestión de imágenes», sostiene este ex redactor jefe adjunto del semanario L»Express que a lo largo de una extensa carrera como reportero trabajó con fotógrafos connotados como Henri Cartier Bresson, Marc Riboud y Robert Mapplethorpe, entre otros.
«Tenemos una multiplicación exponencial de imágenes que nos son transmitidas, por eso necesitamos educar nuestros ojos y nuestra vista, para convertirnos en «Espect-actores», agrega, en un juego de palabras con el término francés «spectateur» (espectador).
Con un acento largo y pausado, y la paciencia que ha obtenido tras años de conversión al budismo, Ribes acepta preguntas a lo largo de una visita guiada a la muestra de una decena de fotógrafos contemporáneos franceses, seleccionada por Isabelle de Montfumant e instalada en el Museo de Arte Moderno de Bogotá.
La muestra incluye fotografías sobre el Amazonas de Jean-Marc Bustamante, de origen ecuatoriano, la serie «Louvre» de Jean-Luc Moulí¨ne y la colección de «Retratos del Mundo» de Jonathan Zabriskie.
Ribes también ha dado conferencias ante universitarios y público especializado dentro del programa del evento, que incluye además 74 exposiciones de sala, 8 exposiciones en la calle y más de 20 charlas con artistas y expertos.
La muestra está centrada en el retrato, cuyo valor artístico sigue siendo incuestionable, sostiene. «El rostro guarda la memoria de la guerra interior que libra cada uno de nosotros», señala Ribes.
«Así como el gran fotógrafo Henri Cartier Bresson decía que una foto guardaba la esencia de un momento, el retrato guarda la esencia del alma», añade mientras señala con su dedo la pared de la sala del museo donde está colocado el retrato del opositor chino Wei Jingsheng tomado por Zabriskie.
Tras decenas de años de reportear por el mundo, Ribes piensa que «no hay ninguna contradicción estructural que permita hacer una diferencia entre la fotografía como arte plástica y la foto periodística».
Y señala como ejemplo el trabajo de Zabriskie, un antiguo reportero de guerra que ahora desde París trabaja en el proyecto «Retratos del mundo», con el que busca reunir más de 100 imágenes de personajes que han sido capaces de desafiar al poder en el siglo XX.
«El fue reportero de guerra en Bosnia, en Afganistán, en Ruanda, en lugares que fueron escenarios de guerra y de dolor, y ahora nos plantea un trabajo que nos habla de esperanza», señala Ribes, convertido él mismo en activista de una causa: la defensa del pueblo del Tíbet.
Sus viajes por Asia le abrieron también al conocimiento de las lenguas orientales y luego de la religión, hasta su conversión al budismo que le ha enseñado a amar la belleza de lo simple y sencillo. «Eso es lo que debe buscarse en una buena foto», apunta.