Cuando a Paolo Viviani aún le quedaban dos kilómetros para llegar a la meta del célebre maratón de New York, EE.UU., el ganador de esta competencia ya tenía muchas horas de estar descansando en casa.
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Sin embargo, eso no le impedía continuar corriendo con todo el poder de su voluntad, y las energías de sus piernas; muchas veces estuvo tentado a abandonar la prueba, pero pudo más su perseverancia.
Paolo pesada 360 libras, y el único ejercicio que hacía era abrir la refrigeradora de su casa, y comerse todo lo que había adentro; pero un día decidió bajar el peso, y mejorar su salud.
Después se propuso terminar esta famosa carrera y lo hizo; llegó en último lugar y nadie le aplaudió, pero él se sentía muy feliz porque había logrado derrotar a su más grande contrincante: él mismo.
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