Los peligros de cometer periodismo en todo el mundo


Periodistas palestinos encienden velas un dí­a después de que enterraron a su colega, el camarógrafo de Reuters Fadel Shana, de 23 años, el 18 de abril de 2008, en la ciudad de Gaza. Shana fue asesinado el 16 de abril por un obús disparado por un tanque israelí­ durante una incursión militar en Gaza. FOTO LA HORA: AFP MAHMUD JAMONES

«Fui encarcelado en Zimbabwe sólo por haber hecho mi trabajo… Dijeron que habí­a «cometido un acto de periodismo» y espero que tení­an razón.


Familiares sostienen fotos de Giga Chikladze, uno de los dos periodistas georgianos muertos durante los primeros dí­as del conflicto en Osetia del Sur, el 18 de agosto de 2008. FOTO LA HORA: AFP MARCO LONGARI

Larry Kilman*

Director de Comunicaciones y Relaciones LMP

Es así­ que Barry Bearak, periodista del New York Times, describió su encarcelamiento y expulsión de Zimbabwe, por haber intentado difundir informaciones desde este paí­s durante las últimas elecciones.

La difí­cil situación de Bearak fue divulgada extensamente en los medios globales y creó una ola de indignación y protesta en la comunidad internacional. Mas de mil periodistas son detenidos en el mundo cada año, y sin embargo, la gran mayorí­a de sus dramáticas historias, y con frecuencia trágicas, no son divulgadas.

Desgraciadamente, no es el único en este caso: Cerca de 125 periodistas en el mundo, padecen actualmente de una pena carceral y 411 han sido asesinados en esta última década. Investigar la corrupción, la actividad criminal y otros temas sujetos a polémica es un motivo certero de enfrentarse a la prisión o a la muerte en muchos paí­ses.

¿Por qué estos periodistas toman ese riesgo y voluntariamente se ponen a sí­ mismos y a sus familias en la lí­nea de fuego? Cada uno de estos hombres y mujeres tienen una historia distinta, pero todos comparten esta opinión: sin el derecho a informar y expresarse libremente, no se pueden exigir otros derechos.

El Dí­a Mundial de la Libertad de Prensa, el 3 de mayo, es un dí­a para reafirmar esta noción y llamar la atención sobre los gobiernos represivos que niegan este derecho a sus pueblos. Es un dí­a para apoyar y comprender la relación fundamental entre la libertad de Prensa y la democracia, así­ como a todos los derechos humanos.

Existen innombrables historias dignas de ser recordadas y difundidas en esta fecha. Barry Bearak, jefe adjunto de la oficina en Johannesburgo del New York Times hizo caso omiso de una ley draconiana contra la Prensa, que restringió rigurosamente la cobertura de las elecciones presidenciales en Zimbabwe. Su misión de reportaje fue interrumpida cuando 21 agentes de la policí­a irrumpieron en su cuarto de hotel. Pasó cuatro dí­as en una celda de hormigón, antes de ser expulsado del paí­s.

En Zimbabwe, donde las fuentes independientes de noticias luchan por mantenerse a flote, los periodistas pueden ser considerados como criminales de manera instantánea, por lo que han escrito o por no tener una acreditación periodí­stica adecuada. Tratar de obtener la libertad de Prensa, dijo Bearak, «es una manobra combativa de retaguardia. En el caso de Zimbabwe, nos superan claramente en número y no puedo afirmar que estemos ganando».

Moussa Kaka lo corrobora: El director de la emisora de radio privada, Saraouniya Radio, y corresponsal de Nigeria para la radio francesa RFI y Reporteros sin Fronteras (RSF), fue encarcelado durante 384 dí­as, por su cobertura sobre el Movimiento de Justicia en Nigeria, el cual ha estado involucrado en una larga rebelión contra el gobierno. Fue puesto en libertad condicional el 7 de octubre de 2008.

«La rebelión en el norte es tema más importante en Nigeria, sin embargo, no se puede cubrir, porque el gobierno lo censura todo», dijo Moussa Kaka.

«La gente siempre habla de la modernización de ífrica, pero esto no será posible mientras los periodistas sean encarcelados por lo que escriben o dicen». Y prosiguió diciendo: «Â¿Quieren democracia? Entonces dejen a la Prensa hacer su trabajo… Además, añadió: «Si la intimidación tuviera un efecto real, este trabajo no existirí­a, o al menos yo no lo estarí­a haciendo. Y por esto, estoy dispuesto a volver a la cárcel, sin vacilación».

El conjunto de historias como estas son demasiado comunes. Tomemos el caso de Mohammad Al-Al-Abdallah, de 26 años de edad, blogger Sirio y activista de derechos humanos, cuyo padre y hermano fueron encarcelados por criticar las polí­ticas de Siria y exigir reformas en su paí­s. Al-Abdallah también fue brevemente detenido, antes de huir de su paí­s hacia los Estados Unidos, donde continúa escribiendo su blog, titulado: «Me voy y no regreso», el cual es objeto de censura en su paí­s de origen.

«Nos están arrestando, al igual que a los periodistas tradicionales, y aunque es vergonzoso, significa que estamos haciendo lo correcto», dijo Al-Abdallah.

En Yemen, Abdel Karim Al-Khaiwani, pasó un año tras las rejas por su reportaje sobre la corrupción de alto nivel, el nepotismo y los abusos de los derechos humanos. Al-Khaiwani, que recientemente ganó el Premio Internacional de Periodismo de Derechos Humanos de Amnistí­a Internacional, debe ahora afrontarse a otra condena de seis años, y con frecuencia se le prohí­be salir del paí­s, para asistir a conferencias internacionales sobre la libertad de Prensa.

«Me niego a someterme o a tolerar la intimidación». Me niego a renunciar a los fundamentos de la libertad y de la justicia. Protesto contra el despotismo, la opresión y todas las formas de acoso «, dijo el mismo.

En Colombia, otro paí­s donde los periodistas son habitualmente perseguidos, 130 periodistas han sido asesinados en los últimos 30 años, por artí­culos que cubren el combate de las guerrillas, la corrupción de altos mandatarios y el tráfico de drogas. Pueden preguntarle a Claudia Julieta Duque, quien ha luchado contra demandas en la Corte, se a enfrentado a amenazas de muerte, y ha abandonado su paí­s en tres ocasiones, por temor a que sus investigaciones tengan consecuencias letales.

«Creo firmemente que la única manera de obtener una verdadera libertad de Prensa en Colombia es de asegurar que todos la defendamos juntos. Independientemente de los diferendos personales, los puntos de vista, o las ideas, el derecho a expresarse está por encima de todos los intereses y las sensibilidades», añadió.

Esta represión no es sólo un problema para los periodistas y los bloggers, sino para todos nosotros, ya que dependemos en que ellos tomen los riesgos y difundan las informaciones. Mohamad Ali Al-Abdallah de Siria dice que hay mucho por hacer: «Desde asistir a las audiencias del tribunal hasta apoyar a la familia de los periodistas encarcelados; todo el mundo puede contribuir a su manera y a su propio nivel» explicó.

Vale la pena recordar esto, en el Dí­a Mundial de la Libertad de Prensa.