Crisis frenó en seco ascensión económica


El presidente de la Comisión Europea, José Manuel Barroso (derecha) y el Primer Ministro Español, José Luis Rodrí­guez Zapatero, durante una conferencia de prensa en Bruselas.

AFP PHOTO JOHN THYS» title=»El presidente de la Comisión Europea, José Manuel Barroso (derecha) y el Primer Ministro Español, José Luis Rodrí­guez Zapatero, durante una conferencia de prensa en Bruselas.

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<p>Los diez paí­ses que el primero de mayo cumplen cinco años en el seno de la Unión Europea tienen pocos motivos para descorchar el champán, después de que la crisis económica mundial frenara en seco la ascensión económica que significó su ingreso en la UE.</p>
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La entrada en 2004 de cinco paí­ses de Europa central (Polonia, Hungrí­a, República Checa, Eslovaquia, Eslovenia), de los tres bálticos (Lituania, Estonia, Letonia) y de Chipre y Malta se tradujo para todos ellos en crecimiento económico, desarrollo de infraestructuras, de comercio y servicios, y de un consiguiente recorte progresivo del desempleo.

Siete de esos paí­ses (las excepciones son Eslovenia, Chipre y Malta) habí­an integrado el bloque comunista soviético que se derrumbó a inicios de los años 90. Eslovenia procedí­a de la desintegración de Yugoslavia, un paí­s que también se proclamaba socialista.

Si bien algunos lí­deres actuales, como el primer ministro checo dimisionario Mirek Topolanek, se resisten a meter a todos los paí­ses del Este en «el mismo saco», la ampliación les benefició a todos.

La «Nueva Europa» gozó de un boom inmobiliario, de una afluencia masiva de capital extranjero y de créditos en euros o francos suizos y entró de lleno en la era de las nuevas tecnologí­as.

El mercado del automóvil, durante décadas caracterizado por los viejos Skoda, Lada o Dacia, se modernizó y desarrolló de forma espectacular. Gracias sobre todo a los fondos europeos, la red de carreteras también mejoró sustancialmente.

Los sueldos aumentaron significativamente desde mediados de 2004 hasta hace unos meses, hasta un 35% en República Checa y Hungrí­a, un 50% en Polonia e incluso se duplicaron en Lituania o Letonia.

Paralelamente, la tasa de desempleo disminuyó del 19% al 9,5% en Polonia, del 11,4% al 4,7% en Lituania y del 9% al 5% en Letonia.

Antaño el «primero de la clase» gracias a la rápida transformación de su sistema polí­tico y económico, Hungrí­a, cuyos gobiernos sucesivos evitaron reformas necesarias pero impopulares, fue el único paí­s donde el desempleo subió del 5,8% en 2004 al 8% en 2008.

Pero el sueño europeo se hizo trizas a mediados del año pasado para los nuevos Estados miembros. Debido a sus economí­as relativamente modestas, abiertas, vulnerables y dependientes de los mercados occidentales, la crisis mundial les asestó un duro golpe.

En Polonia, el desempleo se sitúa ya en el 11%, roza el 6% en Lituania y supera el 9% en Hungrí­a.

Las monedas locales sufren ahora una brutal devaluación, de hasta un 30% frente al euro, como es el caso del zloty polonés o el forinto húngaro.

A causa de los créditos al consumo e hipotecas otorgadas en divisas extranjeras, los hogares tienen cada vez más dificultades para devolverlos.

La crisis ha dejado en suspenso igualmente la adopción de la moneda única europea por parte de República Checa y Hungrí­a, que ahora esperan entrar en la zona euro en 2013 ó 2014, mientras que Polonia prevé adoptarla en 2012.

Eslovenia lo hizo en 2007, Chipre y Malta en 2008 y Eslovaquia en 2009, elevando a 16 el número de paí­ses que conforman la Eurozona.

Según el Fondo Monetario Internacional (FMI) – que, junto a la UE y el Banco Mundial acordaron una ayuda de 20.000 millones de euros a Hungrí­a -, los paí­ses de Europa central y oriental sufrirán una contracción «brutal» de su crecimiento, como consecuencia de la crisis.

El FMI prevé una caí­da del 3,7% del Producto Interior Bruto (PIB) en 2009 y un tí­mido crecimiento del 0,8% en 2010 para ese conjunto de paí­ses.

Después de años de crecimiento galopante (5,4% en 2007, 2,9% en 2008), estos paí­ses sufrirán un «recalentamiento» de sus economí­as a raí­z principalmente de su «dependencia excesiva» de los capitales extranjeros, de acuerdo con el FMI.

El Fondo prevé una recesión especialmente dolorosa para los paí­ses bálticos (-10,6% en 2009, -2,3% en 2010), mientras que los Estados de Europa central atravesarán la tormenta con mayor suavidad (-1,3% en 2009, 0,9% en 2010).