Llora mi lago


Chayes, bolsas plásticas, mucha piedra, algas y basura de todo tipo vi en la playa de Panajachel, en Semana Santa. Pero lo que más me asombró fue un olor perceptible en toda la orilla. Fue desagradable. Y es que desde que llego al lago en Semana Santa, hace más de 35 años, nunca habí­a sentido ese olor.

Edwin Marroquí­n Navas

El dí­a que llegamos, un grupo de habitantes de Panajachel, en su mayorí­a mujeres, se dedicaba a extraer algas. Lo hací­an con las manos. A corta distancia de la orilla. Mientras unas sacaban la maleza otras las introducí­an en grandes bolsas plásticas.

-¿Cuánto hace que están extrayendo algas? Pregunté a una mujer que se veí­a cansada.

-Mire don, estamos aquí­ desde hace unas ocho horas, trabajando duro, por el lago. Me contestó.

Luego me dijo que están organizados en un comité de rescate del lago, puesto que las autoridades edilicias, antes de llegar al poder ofrecen dedicar buena parte de los recursos para mantener limpia la playa y que las algas no incrementen, pero en la actualidad no ha habido respuesta.

Esta vez, ni Betsy, mi esposa, se animó a nadar en el lago. Todo por el desagradable olor. ¿Serán las algas las que provocan ese olor desagradable? ¿Por qué las autoridades, no solo de Pana, sino aquellas que velan por los recursos naturales no hacen algo? ¿Será que algún dí­a la playa de Pana estará libre de algas? Estas y otras interrogantes me formulé durante mi estancia en Pana.

Esos dí­as también platiqué con vecinos y todos coincidieron en que urge rescatar el lago. Lo que ocurre, me dijeron, es que todo se va en planes, investigaciones, proyectos y buenas intenciones, pero nada de lo que se hace está cumpliendo con salvar el lago.

En la actualidad, a cada momento, se mencionan temas como el cambio climático y el deshielo del írtico, entre otros, lo cual no está demás. Sin embargo, es imprescindible que las autoridades ediles y las carteras ministeriales vinculadas al medio ambiente reacciones antes de que sea demasiado tarde y que la podredumbre del lago incremente.

Esta visita a Pana, fue diferente. A mi familia le comenté que no me sentí­a del todo feliz. Que se tiene que hacer algo urgente por el lago. Y que mi tristeza, quizá no era más que el reflejo de «mi lago». Si; mi lago que en estos momento se está muriendo. (FIN)