Lo pintoresco de la polí­tica



¿Lo han invitado a usted últimamente a alguna reunión polí­tica? ¿O le han sonreí­do en estos dí­as los polí­ticos? Independientemente de que usted sea decididamente apolí­tico, u odie todo lo que tenga que ver con la polí­tica, quizá de repente se encuentre en una de esas pintorescas reuniones.

A quien esto escribe, lo invitaron uno de estos dí­as a una reunión para apoyar a cierto precandidato presidencial, en un hotel capitalino. Figúrese usted, ni que fuera uno el gran Marco Tulio Cicerón. Para comenzar, la reunión era con un grupo de empresarios (eso fue lo que dijeron los anfitriones polí­ticos). Allí­, en medio de gente fufurufa, hasta Maquiávelo se hubiera sentido muy cohibido. Ah, pero eso sí­, de entrada los invitados tení­an que pagar su consumo, pues se supone que los empresarios siempre llevan plata en los bolsillos o un stock de tarjetas de crédito. Pero curiosamente pocos fueron los que pidieron algún sandwichito y alguna bebida. El disertante polí­tico (la estrella de esa noche), después de la exposición polí­tica, mandó a pedir un club sándwich ante la mirada enigmática de los asistentes, que en su fuero interno seguramente comentaron que como no podí­a darse ese lujo, sí­ era un diputado con ansias de reelegirse.

Bueno, pero no todas las reuniones polí­ticas son decepcionantes. También fuimos invitados a un desayuno afortunadamente gratuito, en donde desde el principio nos miraron de reojo y con cierta reserva, creyendo a lo mejor que habí­amos llegado a robarles espacio dentro de la organización polí­tica.

Otra experiencia que tuvimos fue toparnos con un fulano con caracterí­stica afeminadoide, en cuyos dedos de las manos lucí­a muchos anillos. Con una indumentaria negra y estrambótica, un mechón de pelo en la cara y una colita de macho, el fulaneque fue muy claro en advertirnos que no iba a permitir que alguien lo desplazara en el comité pro formación de un partido polí­tico. Tiempo después, vimos a ese mismo amanerado, tocar el timbre de una casa, con un gesto ay, muy mono, y levantando una patita. Esa es la gente que también anda metida en el rollo de la polí­tica, comentó alguien mirando como se contoneaba el futuro dirigente polí­tico.