Los restos del ex dictador chileno Augusto Pinochet, fallecido ayer, reposan hoy en capilla ardiente en la Escuela Militar de Santiago, a la espera de su funeral mañana, sin honores de Estado y en el más estricto protocolo militar, en un país que se muestra dividido sobre su legado.
Centenares de chilenos desfilaban este lunes para poder observar el ataúd, con el cadáver del ex dictador en traje militar gris, correspondiente al grado de capitán general del Ejército chileno, un grado que sólo ostentan él y el libertador Bernardo O’Higgins.
A un costado se instalaron dos cirios y una guardia de honor compuesta por ocho cadetes, que cuidarán el cadáver de Pinochet hasta el momento de su funeral, previsto para las 11:00 locales de mañana, con una última misa que se realizará en el patio Alpatacal de la Escuela Militar, según informó el Ejército.
Pinochet recibirá todos los honores militares pero su funeral no tendrá el carácter de una ceremonia de Estado ni será motivo de duelo nacional, según lo decidido el domingo por el gobierno de la presidenta Michelle Bachelet, quien hace parte de los 28 mil chilenos torturados durante la dictadura (1973-1990).
La mandataria dejó entrever que no dispuso un funeral de Estado para el ex dictador Augusto Pinochet porque pensó «en el país».
«En una sociedad, en un país, cuando no existen normas, leyes previstas para determinadas situaciones, los líderes, los gobernantes, tenemos que tomar decisiones pensando en el país», afirmó.
Los restos del ex dictador serán trasladados en helicóptero hasta el crematorio del Cementerio Parque del Recuerdo para su incineración y luego las cenizas serán entregadas a su familia.
Las cenizas de Pinochet probablemente serían trasladadas hasta su finca de descanso de Los Boldos, en la costa central chilena, que él consideraba su lugar favorito para pasar el verano, según adelantaron fuentes de su entorno.
El Ejército no había especificado hasta ahora si la ceremonia fúnebre tendrá un carácter público o privado. De todas formas se espera que un gran número de simpatizantes del ex dictador lleguen hasta la Escuela Militar.
El gobierno se prepara para controlar las manifestaciones de alegría de sus detractores, tal como las que se realizaron el domingo inmediatamente después de que el Hospital Militar informó de su fallecimiento y que se desbordaron en hechos de violencia.
Un total de 43 policías resultaron heridos y numerosas personas fueron detenidas, según las autoridades.
Las protestas se extendieron hasta la madrugada de este lunes en varios barrios pobres de la periferia de Santiago, donde se levantaron barricadas.
Tras los desmanes del domingo Santiago parecía haber regresado a su rutina este lunes. En algunos lugares se veían las secuelas: ventanales rotos, teléfonos arrancados, materiales incendiados…
El contraste de las manifestaciones de alegría con los gestos de pesar de sus simpatizantes dio cuenta de la división que aún provoca la figura del ex dictador en la sociedad chilena, 17 años después de haber dejado el poder, el 11 de marzo de 1990.
Hoy los dirigentes políticos mostraron hasta qué punto la figura del general los divide: mientras la izquierda condena un régimen que durante 17 años provocó la desaparición de más de 3 mil personas, la derecha privilegia el legado económico de Pinochet que, dicen, generó la base del llamado «milagro chileno».
En el resto del mundo también hubo manifestaciones y la prensa del lunes dio amplia cobertura a la muerte de Pinochet.
Los matutinos latinoamericanos destacaron la muerte sin condena judicial del ex dictador, al igual que la prensa estadounidense y la europea, que también lamentaron que Pinochet haya muerto impune.
El canciller español, Miguel íngel Moratinos, afirmó que será la «Historia» la que dictará sentencia sobre su vida y el primer ministro francés, Dominique de Villepin, estimó que «una etapa trágica de la historia de Chile ha terminado».
El juez español Baltasar Garzón, quien provocó la detención de Augusto Pinochet en Londres en 1998, dijo que la acción judicial contra el ex dictador ahora fallecido ayer «debe continuar». En cambio, la justicia francesa cerró su instrucción en el juicio que seguía en ausencia a Pinochet por la desaparición de cuatro franceses.
El ex dictador murió a los 91 años producto de una descompensación generalizada, una semana después de sufrir un infarto grave al miocardio y un edema pulmonar agudo, que lo mantenía internado en el Hospital Militar.