¡Hoy, qué hermoso día! Me levanto, abro las ventanas de mi alma, y dejo entrar a través de ellas la luz del cielo.
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Siento en mi piel los tibios rayos del sol, y pienso en el largo viaje que ha realizado sólo por venir a regalarme una caricia. ¡Qué grato momento! Luego, lleno mis pulmones de optimismo y fortaleza.,
Tengo problemas, pero no me preocupa sino me ocupo en resolverlos, pues la vida tiene que continuar; por eso, el pajarillo canta, el obrero va al trabajo, el niño a su escuela; y yo, me enfrento a mi destino.
Me alimento de entusiasmo, y decido que éste será mi mejor día; todo un mundo de oportunidades me espera, y hoy, me abrazaré con el éxito.
Mi existencia es corta ¿por qué desperdiciarla? Así que deberé hasta la última gota de la plenitud; soy grande, soy único, y con Dios todo lo puedo lograr.