Esta locura, un texto que recorre la historia del mundo en breves relatos y que se presentó en México la semana pasada, lo llevó a experimentar algo poco frecuente para un escritor al encontrarse con sus lectores.
«Â¡Otra, Otra, Otra!, me gritaban los jóvenes al final del evento como si yo fuera un cantante», recordó sorprendido Galeano en una entrevista, a la mañana siguiente sentado frente a un café cortado como tratando de reponerse de una resaca que le dejó un público que se negaba a dejarlo ir y pedía que leyera un relato más.
«Fue como un acto de amor, un encuentro violento» que te deja un poco atontado, añadió refiriéndose al encuentro al que asistieron unas cuatro mil personas, y muchas de ellas se quedaron afuera del auditorio y se conformaron con verlo desde pantallas gigantes.
Pasó lo mejor que le puede pasar al autor, que los lectores se metan tanto en su obra, que sean ellos los que escriben la historia, reflexiona el también periodista de 68 años.
Galeano se encontró de pronto conversando con sus lectores que lo siguen desde que salieron «Las Venas abiertas de América Latina» y «Memorias de Fuego», libro con el que pasa algo similar que con «Espejos», basta con abrirlos en cualquiera de sus páginas para encontrar un relato y empezar a hablar de historias de América y del mundo.
«War Street», el relato sobre la depresión de 1929 da la pauta para tocar el ineludible tema de la crisis económica actual, la cual Galeano considera «igual y multiplicada».
«La crisis actual la están pagando ya los trabajadores, los que pasan al desempleo y que se les reduce el salario, pero los responsables de la crisis están siendo recompensados, se les otorgan los dineros públicos para confirmar que este es un sistema que socializa las pérdidas y privatiza las ganancias», señaló.
El país que ha idolatrado al mercado recurre al Estado para que lo salve y otorga una ayuda de tantos ceros «que daría para dar de comer a todos los hambrientos de aquí a la eternidad con postre incluido», advierte.
Los negros son un tema recurrente en la historia de Galeano por eso escogió para la portada del libro la imagen de una máscara tallada en madera de prodigiosa belleza encontrada en Nigeria en 1910.
También por eso considera «muy positivo» que un negro como Barack Obama sea el nuevo presidente de Estados Unidos, «sobre todo en un país que está enfermo de racismo», que no sólo tiene que ver con el color de la piel.
Por ejemplo, agrega, en la guerra de Irak sólo se habla de los invasores muertos y de los invadidos muertos jamás y eso es racismo, enfatiza.
Galeano opina que en la guerra contra el narcotráfico, Estados Unidos también tiene una doble cara porque se trata de un mal que no se arregla con balas sino legalizando la droga, pero esto no sucede porque la «droga es un excelente pretexto para la invasiones», subraya el escritor.
Estados Unidos, siendo el Estado ocupante en Afganistán, permite que de ese país se exporte el 90% de la heroína en el mundo. «Eso es hipocresía», apunta.
«Me enteré que México iba a enviar a Estados Unidos a un embajador especialista en estados fallidos para ayudarlos porque el Estado ha sido incapaz de controlar al mercado y permitió a Wall Street, como un potro desbocado», afectar a la población, bromea el escritor.
Galeano aludió a la polémica sobre la posibilidad de que el gobierno de Obama designe a un experto en «estados fallidos» como embajador en México.
Este cuentacuentos narra en «Espejos» 600 pequeñas historias desconocidas para reivindicar a los despojados, a los olvidados y despreciados para que podamos «reconocernos en lo que ocurrió y que no vuelva a ocurrir», acota el escritor uruguayo.
Eduardo Galeano