Guatemala «no es el lugar ideal para hacer cine, ni muchas otras cosas, pero para mí es el lugar ideal para trabajar con libertad», afirma el director Julio Hernández Cordón, cuya primera película, «Gasolina», fue presentada en el Festival de Toulouse en competición por el premio Descubrimiento.
Aplaudida y elogiada en Toulouse, premiada antes en San Sebastián, «Gasolina» pinta una juventud sin brújula que erra en la noche a través de tres personajes, jóvenes que roban gasolina para dar vueltas con un auto, vueltas sin otro objetivo. Tras ellos, se adivina la sociedad de la que son fruto. La violencia está allí, pero también la amistad y la solidaridad.
«La situación en Guatemala es complicada. Esta semana se está viendo si de declara el estado de excepción porque hay una ola de violencia enorme. Hablo de esto porque es justamente de lo que quise hablar en «Gasolina»: de la impunidad, de la violencia que viene de todos lados, no sólo del crimen organizado, sino que se ha hecho algo cotidiano», declara a la AFP Julio Hernández Cordón.
El director cuenta las dificultades financieras que tuvo para hacerla en un país que carece de cinematografía, reuniendo fondos de distintas instituciones de fomento al cine, dinero prestado por amigos, e incluso pidiendo a artistas plásticos contemporáneos de su país que donaran obras para conseguir fondos complementarios, lo «que hicieron, no por amistad, porque a la mayoría no los conocía, sino por solidaridad con un proyecto de creación».
«Guatemala no es el lugar ideal para hacer cine, ni muchas otras cosas, pero para mí es el lugar ideal para trabajar con libertad, porque como se trabaja con presupuestos tan pequeños, no hay industria, yo puedo hacer las películas que quiero, como yo quiero y con los temas que quiero», explica el director, de 34 años de edad.
«Yo nací en Estados Unidos (donde su padre estudiaba), tengo también papeles mexicanos. Mucha gente considera que lo lógico es que hubiera intentado ir a esos países donde hay más posibilidades para un cineasta, pero mis historias están en Guatemala y está esa libertad que valoro mucho, aunque mucha gente no la comprenda. Guatemala me da una textura que no me da otro lugar», insiste.
«Gasolina» fue estrenada en octubre pasado en Guatemala y estuvo un mes y medio en cartelera. «Hubo buenas críticas, pero también malas, de gente que la consideraba lenta o que no apreciaba que los actores no fueran profesionales o que no tuviera música. Lo que yo acepto. Cuando la referencia es el cine de Hollywood, es evidente que esto no tiene nada que ver. Soy conciente de que una obra así no le puede gustar a todos», comenta.
Ahora, «lo más importante para mí es que esta película me está dando la posibilidad de hacer la siguiente», dice el director, que trabaja el guión de su próxima obra, titulada «Polvo», en la residencia del Festival de Cannes y cuyo rodaje espera empezar en noviembre próximo, aprovechando el «empuje» que le ha dado «Gasolina».
«Ese empuje me da la posibilidad no sólo de hacer mi próxima película sino también de ayudar en la producción de las de otros», agrega, indicando que está produciendo un proyecto de largometraje de Sergio Ramírez.
«Polvo» tiene por tema «la relación entre hijos y madres». «El amor materno es siempre considerado como algo idílico, pero si la madre es la referencia de la imagen femenina, el primer amor, a veces también es el primer odio», declara Hernández, precisando que son «dos historias que convergen y que se unen en unas exhumaciones. Tiene el elemento de la búsqueda de las personas desaparecidas, pero no es una película política», aunque «la forma que uno dice o no dice las cosas es también un acto político», agrega.
Promover el cine latinoamericano, rendir homenaje a sus grandes directores, descubrir sus nuevos talentos y, más allá del cine, servir de pasarela entre Europa y América Latina: tal es el balance que reivindican los organizadores del Festival de Toulouse en momentos en que su equipo se renueva para asegurar la continuidad.
En entrevista con la AFP, Francis Saint-Dizier, uno de los fundadores, y Philippe Courtemanche, nuevo presidente de los Encuentros de Cines de América Latina de Toulouse, hicieron una evaluación de su 21ª edición, que se realiza hasta el 29 de marzo, y evocaron los logros, pero también las dificultades de un Festival que, con medios modestos, lleva dos décadas sirviendo de vitrina europea a las cinematografías latinoamericanas.
Los participantes en el Festival tuvieron un ejemplo de esas dificultades el miércoles, cuando fue anulada la primera proyección de una de las películas en competición, «La nana» del chileno Sebastián Silva, porque la copia no llegó a tiempo.
«Este año tenemos cinco películas cuyas primeras copias fueron hechas para nosotros. De manera que hay muchos problemas, hay que coordinar con los productores, los directores, pero también con los laboratorios que hacen las copias. A veces la cuerda es demasiado tensa y se rompe. Es lo que ocurrió con «La Nana»: el equipaje de la persona que traía la copia en avión se extravió, explicaron, agregando que esperan que la obra pueda ser mostrada el viernes.
Pese a las dificultades, para Toulouse «2009 es una muy buena edición. Hay que decir que el año ha sido excelente para el cine latinoamericano, que incluso tuvo dos premios en Berlín», señaló Saint-Dizier, lamentando solamente la limitada presencia de Brasil, con una sola película, en la selección.
Courtemanche subrayó la calidad de las obras en concurso: la ecuatoriana «Impulso» de Mateo Herrera, «un verdadero descubrimiento», incluso para su director, «que vio aquí por primera vez la película terminada»; la argentina «Gallero» de Sergio Mazza, «de factura magnífica y en la que todo es perfecto: guión, puesta en escena y actores», «El niño pez» de la argentina Lucía Puenzo, en la que «Inés Efrón despliega todos sus matices de actriz», sin hablar de «la enorme satisfacción» de ver en la selección una película guatemalteca, «Gasolina» de Julio Hernández Cordón, hecha con muy pocos medios y con mucho talento.
En la selección oficial hay numerosas primeras películas, lo que es una constante de Toulouse.
«Efectivamente es uno de nuestros dos grandes objetivos: el primero es rendir homenaje a los grandes del cine latinoamericano y el otro es descubrir y promover las nuevas generaciones de directores», recalcó Saint-Dizier.
Courtemanche acotó que «otro elemento esencial para Toulouse desde el principio es el acercamiento con los países de América Latina, servir de pasarela entre Europa y ellos»
«Y este año ha habido un acontecimiento sumamente simbólico: la ciudad de Toulouse recibió quince embajadores latinoamericanos en ocasión del Festival. Es algo que no podíamos soñar cuando empezó el Festival, hace 21 años», recalcó.
Es el balance del Festival figuran asimismo los logros de Cine en Construcción, la iniciativa para ayudar a terminar películas que Toulouse organiza conjuntamente con San Sebastián: «Desde su creación, hemos seleccionado 78 películas, 74 de ellas se terminaron, muchas fueron seleccionadas en Cannes y más de 30 fueron distribuidas en Francia», indicó Saint-Dizier.
La presidencia pasó este año de Esther Saint-Dizier a Courtemanche, pero «no es un verdadero cambio, sino «una continuidad. Yo la sustituyo en la presidencia pero Esther es el alma máter de este festival desde hace más de 20 años y sigue siéndolo. La organización es un equipo, del que forma parte también Francis Saint-Dizier y, desde hace tres años, el chileno Erik González, responsable de la programación», explicó el nuevo presidente.
«Organizamos el relevo con una nueva generación de organizadores del Festival. Se trata de pasar la antorcha a un equipo de jóvenes que irán tomando cada vez más las riendas del Festival. La idea es que paulatinamente, a lo largo de cuatro o cinco años, ese nuevo equipo pueda asumir totalmente el trabajo sin que se pierdan las orientaciones fundamentales de los Encuentros».