Con más pena que gloria se conmemoró en Guatemala el Día Mundial del Agua el pasado domingo, a causa de que ni el Gobierno, ni los partidos políticos, las organizaciones de la sociedad civil, las iglesias, los sindicatos de trabajadores ni las cámaras empresariales, mucho menos los guatemaltecos considerados como individuos no han tomado conciencia de lo que significa la escasez de agua y sus sombrías perspectivas para el futuro mediato e inmediato.
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De acuerdo con datos de la Organización de las Naciones Unidas, más de la mitad de la población mundial, o sea más de 3 mil millones de personas, sufrirá escasez de agua en 2025, mientras que en la actualidad más de mil millones carecen de este vital líquido, y en lo que atañe a América Latina cerca de 120 millones de personas no reciben agua potable en sus viviendas y más de 200 millones carecen de conexión al sistema de alcantarillado, además de que más de 100 millones de latinoamericanos requieren de cobertura de saneamiento y otros 256 millones evacuan sus desechos por medio de letrinas y fosas sépticas.
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Si las actuales tendencias continúan, incluyendo las sequías, el aumento poblacional y la creciente urbanización, el cambio climático, la proliferación indiscriminada de basura y la mala administración de los recursos, el mundo se dirige hacia una catástrofe, sobre todo si se toma en consideración que el derretimiento de hielos, la elevación del nivel del mar y las inundaciones, propios del recalentamiento planetario, provocan más escasez de agua dulce.
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El experto Mark Smith, de la Unión Internacional para la Conservación de la naturaleza, al atender preguntas de Hilmi Toros, de la agencia IPS, fue puntual al señalar que las sequías, las inundaciones, las tormentas, el derretimiento de los hielos y el aumento del nivel del mar son factores que tienen algo en común: el agua.
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Respecto de las sequías, las regiones más preocupantes son Centroamérica, el Mediterráneo, ífrica meridional y Asia central, en tanto que las inundaciones se concentran en los deltas bajos, donde están asentadas ciudades tan grandes como Nueva York y Shangai y países como Holanda y Bangladesh, además de pequeñas islas, que, incluso, podrían correr el riesgo de desaparecer tragadas por el mar.
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Según Smith, la comunidad científica llegó al consenso de que cierta parte del cambio climático es hoy inevitable, y aunque las emisiones de gases de invernadero se detuvieran mañana, la concentración ya acumulada y el calor almacenado en los océanos significan que el recalentamiento continúa.
Acerca de lo que puede hacerse para detener el cambio climático y sus efectos en el agua dulce, se requiere de sistemas para el manejo del líquido que puedan operar con inundaciones y sequías extremas, lo que implica asegurar el funcionamiento de infraestructuras, como plantas de tratamiento y represas, así como asegurar que las cuencas pluviales y sus ecosistemas se encuentren en buena forma y que no sufran más degradación.
En lo que atañe a América Latina, el hidrólogo colombiano Rodrigo Marín advirtió que aunque la región cuenta con importantes fuentes hídricas, las carencias de agua potable obedecen a varios factores, que van desde la contaminación hasta la privatización de los servicios, y, como siempre ocurre, la ausencia de servicios se concentra especialmente en la población pobre de las áreas rurales, provocando la aparición de enfermedades diarreicas agudas, una de las principales causas de mortalidad infantil.
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Esta situación se relaciona más con la falta de inversión en infraestructura y los problemas de gestión del líquido que con su disponibilidad, puesto que Latinoamérica cuenta con alrededor del 35 % del agua dulce del mundo; sin embargo, ese enorme potencial está muy mal distribuido y se explota intensivamente, al margen de que el recurso es limitado, no renovable, privatizado y politizado, según palabras del experto colombiano.
Por su parte, el director general del Consejo Mundial del Agua, Ger Bergkamp, subrayó que si los seres humanos no cambiamos nuestro comportamiento, desde los hábitos personales hasta los procesos industriales y la gestión de los gobiernos, se agudizará la crisis de agua dulce, de modo que todos los habitantes de la Tierra tenemos un compromiso personal que no debemos evadir. Â
RESPUESTA DEL MINISTRO CEREZO. El lunes anterior escribí un artículo en el que pedía al ministro de Salud, doctor Celso Cerezo, que ordenara exhaustiva investigación en el caso de la joven Sara Ernestina Flores, quien murió en extrañas circunstancias  en la emergencia del Hospital Roosevelt.
Pues bien, el ministro Cerezo me envió un e-mail para indicarme que ha dispuesto indagar lo ocurrido y que me mantendrá al tanto de la investigación. Aprecio su pronta respuesta. Â