Poca gente en contra de mucha gente


¿Habrá hecho usted el cálculo de cuántos polí­ticos en Guatemala le han estado llevando la contra a sus 13 millones de habitantes? Después de leer un artí­culo de la prensa norteamericana me puse a sacar la cuenta y no llegué ni a 400 pero, para hacer más práctica la figura, suponiendo que fueran mil, ¿resulta lógico y racional que tan poca gente haya podido servir de obstáculo para que la gran mayorí­a de la población a estas alturas todaví­a no pueda vivir dentro de un marco de seguridad, en donde las leyes que nos rigen no se cumplen y dejar de estarse dilapidando o mal administrando los fondos públicos gubernamentales? Discutiendo el tema, un amigo me recomendó tener siempre presente la sentencia de Bernard Shaw que dice: «La democracia sustituye el nombramiento hecho por una minorí­a corrompida, por la elección hecha merced de una mayorí­a incompetente».

Francisco Cáceres Barrios

No es mala ni falsa la recomendación sin embargo, me sigue costando responder a esta pregunta: ¿Nuestros polí­ticos están para solucionar problemas o contradictoriamente son los generadores? Es que si siempre hubiera existido la cordura, el buen raciocinio y la correcta aplicación de la lógica ¿No habrí­a desaparecido automáticamente la inflación, aquellos impuestos que frenan nuestro desarrollo o que causan tantos perjuicios a la población, como la impunidad, ilegalidad, haraganerí­a, corrupción, incapacidad, indolencia e irresponsabilidad?

¿Cómo es posible que teniendo una norma constitucional clara y bien definida sea necesario emitir un reglamento para que se acate, por ejemplo, el libre acceso a la información? Disculpen mi insistencia pero ¿Nunca ha hecho el cálculo de cuántos diputados realmente necesitamos para legislar; cuántos funcionarios que integran el Organismo Ejecutivo, presidente, vicepresidente, ministros, viceministros y directores generales hace rato debieron estar produciendo buenos resultados; como de que tanto juez o magistrado lo que menos hacen es cumplir con sus obligaciones y así­ poder contar algún dí­a con una justicia pronta y eficaz ¿Y qué decir de ese otro montón de gente que se contrata dizque para ejecutar programas de diversa í­ndole en entidades autónomas o descentralizadas?

Si usted también hiciera cuentas, como las que acaba de hacer Diario La Hora con el fin de determinar los millones de quetzales que se han gastado inútilmente en el subsidio al transporte urbano colectivo, también se habrí­a percatado que mucho dinero se ha dilapidado en programas ineficaces y hasta inútiles en materias como salud pública, seguridad ciudadana, de í­ndole agrí­cola, social y colectiva. Han sido tan incapaces nuestros polí­ticos en el Congreso que, por ejemplo, ni siquiera han podido revisar, como la técnica y la Constitución lo exige, las ejecuciones presupuestarias entonces, ¿cómo han podido discutir y aprobar el presupuesto del año subsiguiente? Sea usted mismo quien saque sus propias conclusiones, para mí­, la causa principal de tantos fracasos ha sido que poca gente, la casta polí­tica, ha estado en contra de mucha gente, la población. ¿Hasta cuándo?