El mar de fondo tras la ola de violencia


Creer que un marero apodado el Smiley es el causante de la ola de violencia que tiene aterrorizada a la población es totalmente absurdo porque implicarí­a que ese individuo posee la capacidad de tener de rodillas a toda la sociedad. La verdad es que existen elementos para suponer que todo lo que estamos viendo tiene un notorio y profundo mar de fondo que persigue crear inestabilidad polí­tica con fines que los órganos de inteligencia del Estado debieran ya haber detectado para proceder a la defensa de la gobernabilidad.

Oscar Clemente Marroquí­n
ocmarroq@lahora.com.gt

Lo cierto del caso, lo que el ciudadano común y corriente percibe, es que sea quien sea el que está atrás de esa macabra acción criminal, ha logrado su cometido porque está desnudando la incapacidad del Gobierno para actuar y responder de acuerdo con las circunstancias. Tanto si fuera un joven pandillero por el que el Ministerio de Gobernación ha ofrecido recompensa o si se trata de poderes paralelos que actúan desde la sombra para generar la inestabilidad, lo cierto es que ni en uno ni en otro caso las autoridades saben cómo entrarle al toro por los cuernos, lo que termina de desnudar la ineficiencia de un Estado cuyas autoridades se resisten a aceptar como fallido, pero que el ciudadano cada dí­a percibe como una cacharpa que ni siquiera sirve para cumplir con la más elemental y esencial de sus funciones, como es la de garantizar la seguridad.

En esta semana el Gobierno ha aventurado tres hipótesis sobre la ola de violencia y el clima de zozobra que ya se vive en la población. Primero dijeron, el Presidente y su ministro del Interior, que la ola violenta era provocada por los golpes (¿?) que el Gobierno le habí­a dado al crimen organizado y la captura (¿?) de lí­deres de las pandillas y por las requisas en contra de los delincuentes que desde las cárceles dirigen (no dirigí­an) las extorsiones y ataques a los buses. Luego el señor Gándara teorizó sobre el papel que ese pandillero Smiley jugaba en todo el clima de anarquí­a que estábamos viviendo, para terminar con la tercera teorí­a que es la de la conspiración manejada por poderes ocultos. Es más, ahora el mismo titular de Gobernación sostiene que los crí­menes no tienen que ver con las extorsiones porque llegaron ya a la conclusión que un paro de transporte no le conviene a los que le sacan plata todos los dí­as a los pilotos de buses y por lo tanto la investigación se dirige en otra ví­a.

Pero a reserva de que con el correr de las horas puedan ofrecernos otra teorí­a sobre el origen de la violencia, lo que podemos ver y entender es que no existe en absoluto capacidad de reacción y que las autoridades están tan confundidas como la población en cuanto a mar de fondo de esta crisis que no es, por supuesto, obra de la casualidad ni del deterioro progresivo que hemos venido sufriendo en el tema de seguridad. Salta a la vista que hay un grave mar de fondo, pero igualmente se hace claro que no existe autoridad con la claridad que el pueblo demanda en circunstancias crí­ticas. Si el mar de fondo de toda esta vorágine era arrinconar al Gobierno, tristemente debemos decir que hoy por hoy parecen haber logrado el cometido porque no han logrado aún tener siquiera un aire con remolino.