Reto al Gobierno


Según declaraciones del Ministro de Gobernación, la ola de asesinatos de pilotos que sufrimos actualmente es una respuesta de los criminales ante las requisas que se han hecho en varias cárceles y la captura de algunos lí­deres de las maras que operan en el paí­s. En opinión del señor Salvador Gándara, los sicarios son enviados por criminales que están en las cárceles a eliminar pilotos como un desafí­o al Gobierno.


De ser eso cierto, el pulso hasta el dí­a de hoy lo está ganando el crimen organizado, porque el Gobierno, pese a que ahora se anunció la integración de un grupo élite para resolver los crí­menes cometidos contra los operadores del transporte público, no ha logrado detener los asesinatos y tampoco se avanza en la captura de los sicarios que operan con la mayor impunidad sembrando selectivamente el terror y manteniendo el clima de zozobra tanto entre los pilotos y ayudantes como entre los usuarios del servicio colectivo.

Fregado está el paí­s al comprobarse que un reto de esa magnitud del crimen organizado es capaz de colocarnos de rodillas sin que las instituciones puedan reaccionar en consecuencia para repeler el ataque planificado nada más y nada menos que desde las mismas cárceles. La teorí­a del Ministro de Gobernación es terrible, puesto que significa que tienen más capacidad los reclusos de las prisiones que los agentes encargados de proveer seguridad a la población. Tanto así­ que la única esperanza que hoy parece digna de aliento es que los criminales se cansen de matar pilotos y ordenen el cese de los asesinatos que diariamente realizan sus sicarios, porque de no ser así­, la vida de los pobres conductores seguirá en constante peligro.

La reacción que han tenido los empresarios, armando a policí­as privados sin mayor preparación que ostentosamente muestran sus armas en los buses no sólo implica riesgo para los pasajeros, sino que además aumenta terriblemente la impunidad en el tránsito porque si los pilotos ya mostraban su carácter abusivo cuando no tení­an el respaldo de un pistolero, ahora el automovilista particular tiene que hacerse a un lado porque muchos pilotos sienten que ellos también tienen licencia para matar o hacer cualquier torerí­a en contra de la población.

En resumidas cuentas, la anarquí­a se sigue enseñoreando del paí­s y las autoridades no atinan a reaccionar en forma correcta. Los remedios están resultado sumamente peligrosos y el aumento de violencia es lo único que podemos esperar porque esa privatización de la seguridad ciudadana es un precedente terrible en retroceso de la obligación del Estado de garantizar la vida a los habitantes de la República.