El presidente estadounidense, Barack Obama, podría encontrarse frente a un terrible dilema si Corea del Norte decide, como ha anunciado, ensayar un disparo de misil: derribarlo o no.
La decisión de interceptar el misil no es la única cuestión espinosa. Algunos expertos dudan asimismo de la fiabilidad del sistema de defensa antimisiles estadounidense.
Estados Unidos tiene la capacidad militar de derribar un misil norcoreano que amenace su territorio, aseguró ayer un general estadounidense.
Barack Obama también deberá contemplar el riesgo de represalias de Pyongyang, por no hablar de las críticas de la comunidad internacional. Y dispondrá apenas de unos pocos minutos para decidirse.
Necesitará, entre otras cosas, determinar muy rápido si se trata de un misil de largo alcance o de un «satélite de telecomunicaciones», como afirmó mañana Corea del Norte.
Al principio, «no se podrá saber si envían alguna cosa al espacio, hacia Estados Unidos u otro lugar», subraya Bruce Bennett, de la Rand Corporation, un grupo de reflexión con sede en California (oeste).
El presidente puede ordenar a los destructores y cruceros estadounidenses equipados con armamento Aegis estacionados en el Mar de Japón que destruyan el misil, argumentando que representa una amenaza para Japón. Un satélite norteamericano a la deriva fue abatido hace un año sobre el Océano Pacífico.
Más tarde la trayectoria del misil será clara: o continuará su ruta hacia el espacio o se pondrá en órbita baja, como lo hacen los misiles balísticos internacionales.
Cuando llegue sobre el Pacífico, «podrán proceder o no a la separación del satélite, pero entonces será más fácil saber si quieren alcanzar realmente a Estados Unidos o poner algo en órbita», estima Bennett.
En ese momento Obama podrá utilizar un sistema de interceptación de misiles situado en Alaska y en California. Su eficacia fue puesta en duda, pero el Ejército asegura que 37 de los 47 ensayos realizados terminaron con éxito.
Frenado por las reticencias de Moscú, el Consejo de Seguridad de la ONU sigue sin presentar una advertencia clara a Corea del Norte. Y sin ese apoyo, Estados Unidos se encontraría en una posición diplomática delicada, sobre todo teniendo en cuenta que Obama ha criticado a menudo las decisiones unilaterales de su predecesor.
La administración Obama no parece estar preparándose para una destrucción del misil, según Michael O»Hanlon, de la Brookings Institution, con sede en Washington.
«Dudo que lo hagamos o que debamos hacerlo», admitió O»Hanlon, «a menos que haya una amenaza evidente contra Japón o un apoyo del Consejo de Seguridad».
El mejor escenario para Obama sería un fracaso del disparo norcoreano, como en 2006. Son numerosos los que piensan que Corea del Norte no tiene aún la capacidad de poner una cabeza nuclear en un misil que ingrese en la atmósfera.
Un ensayo exitoso, en cambio, le daría grandes dividendos al dictador Kim Jong-Il, antes del lanzamiento del primer satélito surcoreano en junio.