Miles de personas convocadas por centrales sindicales y movimientos sociales desfilaron el miércoles en Brasilia para reclamar un aumento de 20% del salario mínimo y exigir que el presidente Luiz Inácio Lula da Silva cumpla con la agenda de izquierda con la que fue reelecto.
Los manifestantes ?siete mil según los organizadores; cuatro mil, según la policía-, llegados a Brasilia en decenas de autobuses, avanzaron por la explanada de los Ministerios hasta al Congreso, donde se está discutiendo el presupuesto de 2007.
La movilización fue convocada por la Central Unica de los trabajadores (CUT, la principal del país) y el Movimiento de los trabajadores rurales Sin Tierra (MST), entre las principales organizaciones.
Exigen un aumento del salario mínimo de 350 a 420 reales (195 dólares, al cambio actual) y una elevación de los niveles mínimos de ingresos sometidos a impuestos.
El gobierno proponía inicialmente aumentar el mínimo a 375 reales en 2007, pero en los últimos días rebajó su oferta a 367 reales, a causa de proyecciones menores de crecimiento económico.
El equipo económico está preocupado por el impacto en el sistema de previsión social; la jubilación mínima es igual por disposición constitucional al salario mínimo, y cada real de aumento de este último acarrea un déficit suplementario de 190 millones de reales (88 millones de dólares) al año en las ya problemáticas cuentas públicas.
Los líderes gremiales presentes en Brasilia instaron al compañero Lula a rechazar presiones de la derecha derrotada en las urnas en octubre pasado.
Lula, un ex tornero mecánico surgido a la política en las huelgas contra la dictadura militar de los años 70, tuvo que ir a una segunda vuelta frente al socialdemócrata Geraldo Alckmin, y obtuvo finalmente una contundente reelección (61% de los votos) agitando banderas tradicionales de la izquierda, contra las privatizaciones y las elites.
Esperamos que Lula cumpla la agenda de la segunda vuelta, que demostró una disputa clara entre dos proyectos de país, y que siga impulsando un proceso de cambios, dijo el presidente de la CUT, Artur Henrique.
Henrique llamó a resistir las presiones de la derecha para reformar el sistema de jubilaciones o flexibilizar el sistema laboral.
Queremos ejercer una presión en sentido contrario, dijo su predecesor en el cargo y actual secretario de relaciones internacionales de la central sindical, Joao Felicio.
Lula se halla en efecto bajo presiones múltiples.
En su primer mandato aplicó una política de ajustes, con altas tasas de interés, que le permitió controlar la inflación, pero que fue considerada por sectores empresariales y sindicales como la causa del débil crecimiento del PIB brasileño, entre los más bajos de América Latina (2,3% en 2005 y proyecciones de 2,8% en 2006).
En un discurso el martes ante el Consejo de Desarrollo Económico y Social (CDES, que reúne a representantes del gobierno y la sociedad civil), Lula ratificó su compromiso con políticas fiscales serias, pero añadió que había llegado el momento de dar el paso siguiente.
El segundo mandato será de desarrollo, distribución de renta y educación de calidad. Fui electo para eso y eso es lo que haré, afirmó.