La emigración laboral conocida como transmigrantes enfrenta nuevos problemas en su traslado a otro país en busca de mejorar sus condiciones de vida. Inicialmente debe señalarse que por las implicaciones negativas de los huracanes Mitch y Stan, al dañar las vías del ferrocarril de la empresa Mayab (también denominado El Tren de la Muerte), utilizado por los transmigrantes con escaso dinero para trasladarse arriba de los vagones, ahora deben caminar 80 kilómetros a Comitán, Chiapas. Ese es el recorrido de quienes entran a México en forma indocumentada por el río Suchiate, con el propósito de subirse a ese medio de transporte para tratar de llegar a la frontera de México con Estados Unidos.
En el camino, hombres y mujeres deben enfrentar los retenes de los diferentes cuerpos de seguridad mexicanos; además, a grupos de criminales organizados quienes los extorsionan o secuestran y, posteriormente, se ponen en comunicación con sus familiares en Guatemala para exigir dinero y dejarlos en libertad. En este aspecto, es necesario destacar la positiva actividad de apoyo realizada por las oficinas consulares guatemaltecas, los grupos Beta, de México, de quienes integran las diferentes casas de atención a migrantes, y organizaciones defensoras de derechos humanos.
Las guatemaltecas y guatemaltecos resienten las acciones criminales de las maras. Sus miembros asaltan a los migrantes, exigen dinero y cuando no se les entrega, arrojan a las personas desde el techo de los vagones del tren en marcha y, al caer, muchos son succionados por las ruedas del ferrocarril originando amputaciones de miembros o la muerte. Además, el secuestro de mujeres para violarlas. Esta realidad se encuentra presente a lo largo del recorrido que realiza el tren.
Nadie desconoce en la ruta de los transmigrantes el drama de mujeres que deben «recomendar» a hijas o hijos porque -por cansancio, falta de dinero y otros- no llegarán al destino propuesto. Regresar a esos menores a Guatemala incluyen las acciones de personas que se comprometieron inicialmente con los menores de edad pero no pueden mantenerlos, los grupos Beta y autoridades guatemaltecas.
Quienes logran llegar a la frontera México-Estados Unidos deben enfrentar una nueva realidad: el temor a ser víctimas del enfrentamiento entre el ejército y policías de México en su lucha contra el narcotráfico. Se han reducido las posibilidades de pasar «al otro lado», pero también se han ampliado las expectativas de caer como víctimas del conflicto sin ser parte de él. Además, en caso lograran trasladarse a territorio estadounidense, deben superar los muros que han sido colocados y evitar a sus autoridades migratorias quienes, con gran volumen de hombres y sofisticados equipos tecnológicos para ubicar a los indocumentados, se dedican a la captura de migrantes.
A la anterior situación debe agregarse la presencia de grupos armados que se han arrogado la personalidad de ser «vigilantes» o se asumen como superhéroes para detener indocumentados de paso por el desierto de Arizona. Son hombres y mujeres -la gran mayoría, sin autorización jurídica- actuando en forma violenta con el ingrediente de ser racistas.
La grave situación internacional en el mundo tiende a incrementar los diferentes flujos migratorios, en especial, la migración laboral. En los países de destino, las implicaciones se refieren al descenso en la oferta de trabajo y para quienes ya se encuentran en esas naciones, se ha presentado un descenso en las remesas que envían a sus familiares a los países de origen. Asimismo, las condiciones económicas de Centroamérica -agravadas por la crisis internacional- no permiten suponer que se presente un descenso en el número de inmigrantes indocumentados, aun conociendo el incremento de las deportaciones en los Estados Unidos.
Diferentes grupos de la población centroamericana -pobres o en pobreza extrema-, como parte de las redes sociales de la migración, continuarán asumiendo la alternativa de migrar a las zonas agrícolas, entre otras, pues tienen la información de que en ese sector la recesión no tiene un impacto profundo.
El factor de mayor preocupación es que la crisis económica en los Estados Unidos ha afectado áreas donde la población migrante centroamericana indocumentada tenía mayor acceso a empleos (construcción, bienes raíces, y manufacturero, para citar con brevedad). La pregunta es obligada: ¿Centro América puede atender un regreso masivo de migrantes?
Ante las perspectivas poco alentadoras para la migración laboral, es necesario reforzar las políticas migratorias de cada país para defender los derechos de hombres y mujeres que se han trasladado a otra nación en busca de un trabajo. Esta situación implica evitar las redadas contra ellos, el clima de temor, y la persecución de carácter oficial en las naciones de destino.
En el informe sobre las migraciones a nivel mundial (2008) la Organización Internacional para las Migraciones (OIM) destacó: «los movimientos en el mundo de personas dentro y a través de las fronteras se efectúan con miras a satisfacer los retos socioeconómicos que trae consigo la globalización y hacen que la búsqueda de trabajo propicie la mayoría de los movimientos observados en este siglo».