Crisis económica mundial toca a miles de colombianos


El desempleo en de  los emigrantes  está afectando a toda la ciudad de Pereira, Colombia. FOTO LA HORA: archivo

Yuri retornó tras cuatro años en España y un despido. Alexia y Natalia nunca se fueron, pero viven el mismo drama: sus padres en el extranjero no les enví­an más dinero. Así­ llegó la crisis a Pereira.


Enmarcada por una abundante y verde vegetación tropical, a 360 km al oeste de Bogotá, esta ciudad ha sido un tradicional centro de producción de café.

Pero en los últimos años se vio aquejada por el aumento de la violencia relacionada con el narcotráfico y una fuerte emigración: al menos un 15% de sus 520.000 habitantes se fueron de Colombia.

Muchos, como Yuri Andrea Pérez, 25 años, hacia España, que después de Estados Unidos es el segundo paí­s de destino de los 3,3 millones de emigrantes colombianos.

La joven de largos cabellos negros, llegó en 2004 a Torrevieja, un balneario en el sur de España, donde encontró sin dificultad un trabajo legal en una pizzerí­a, con un pago de 850 euros al mes, casi cinco veces el salario mí­nimo en Colombia. Sus dos hermanas y un hermano también trabajaban allí­.

Con sus ingresos, la familia Pérez alcanzó un nivel de vida de clase media: sus padres viví­an con comodidad y pagaban las hipotecas de tres pequeños apartamentos en un barrio popular.

Pero el bienestar que lograron construir se vino abajo en los últimos meses. En septiembre, Yuri perdió su empleo y luego le pasó lo mismo a su hermana mayor Janet. Su hermano, Federmán, sigue laborando en una discoteca aunque sólo una noche de las cuatro que trabajaba por semana.

El ingreso familiar depende ahora de la única hermana que conservó el empleo en España, Lili, de 38 años y madre de cinco niños, que gana mil euros.

Yuri vive en casa de sus padres con su hija de cinco años y para sobrevivir dividió la sala con unas láminas de madera y montó una pequeña tienda de provisiones, donde pueden verse una decena de zanahorias, algunos tomates, sal y tres botellas de limpiador.

«Al menos esto nos permite comer», dice tras explicar que su hermana apenas logra enviarles 200.000 pesos colombianos (100 dólares) al mes.

Según la aerolí­nea local Avianca, el primer trimestre de 2008 unos 15.000 colombianos compraron en el exterior tiquetes de sólo regreso. El desempleo de los emigrantes afecta a toda la ciudad, incluso a quienes nunca se fueron.

Alexia Medina y Natalia Cubides, que acuden a la oficina local de Aesco, una asociación de ayuda colombo-española, explican que sus padres, obreros de la construcción en España, están ahora desempleados y no enví­an remesas.

Para compensar, Alexia -que hasta ahora se consagraba a cuidar de su pequeño- se emplea como manicurista. «Ya no salgo, ni compro vestidos», dice.

Natalia por su parte «busca promociones en las compras» de supermercado para economizar y busca trabajo como empleada doméstica.

Con un desempleo de 14,2%, la economí­a de Colombia no podrá compensar indefinidamente el fenómeno, advierte Johnier Cardona, un economista de la local universidad Libre, que investiga el tema.

Risaralda, la provincia de la cual Pereira es capital, «recibió en 2008, unos 592 millones de dólares en remesas (de dinero del exterior), equivalentes a dos veces el ingreso del departamento», explica.

Muchas familias se acostumbraron a ese dinero fácil que les permitió escapar de la pobreza, educar a los pequeños e invertir en bienes raí­ces.

De continuar «los retornos masivos, el desempleo va a aumentar» y se corre el riesgo de que los jóvenes, acostumbrados a recibir dinero sin esfuerzo, puedan «caer en actividades delincuenciales», señala Cárdenas.

Pereira vive ya una situación delicada: con 95 homicidios por cada 100.000 habitantes, es la ciudad con más muertes violentas en Colombia y en ese ambiente, el problema de narcotráfico podrí­a agravarse.

«En España conocí­ gente que se ha vuelto a meter en eso», dice Yuri, «y aquí­ hay quienes han empezado a comentarlo».