Warhol y el retrato de una sociedad


Retatrato del modisto francés Yves Saint Laurent relizada por Warhol, esto forma parte de 700 muestras de arte que se presentan en el Grand Palais de Paris sobre el impulsor del Pop Art.

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<p>Marilyn por supuesto, Mao con los labios pintados, pero también marchantes, industriales, princesas: Andy Warhol retrata a toda una sociedad en la primera exposición de envergadura realizada sobre el tema del retrato en la obra del artista, pionero del pop art.</p>
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Un empleado del Grand Palais coloca las muestras de Warhol para la exhibición que será abierta al público a partir del 18 de este mes.  FOTO LA HORA:   AFP PHOTO OLIVIER LABAN-MATTEI

La exposición «El gran mundo de Andy Warhol» sucede a la dedicada a «Picasso y los maestros» en el Grand Palais de Parí­s, que presenta del 18 de marzo al 13 de julio unos 130 retratos, muchos de ellos procedentes de colecciones privadas. Los emblemáticos de Marilyn o Jackie Kennedy, pero también Lenin, Mona Lisa o Carolina de Mónaco.

Es «la primera vez que se realiza una exposición sobre el retrato en la obra de Warhol, y la primera que reune tantos», señala el curador de la muestra, el historiador de arte Alain Cueff.

Célebre por sus imágenes de las sopas Campbell y de las botellas de Coca-Cola, por su trabajo de «series» y su lugar en el underground neoyorquino, Andy Warhol (1928-1987) se «interesó muy pronto por la cuestión del retrato», afirma Cueff. El conjunto de ellos es «una serie de pleno derecho, él querí­a constituir el retrato de un mundo», agrega.

La exposición se inicia con un autorretrato del artista a los 20 años de edad, una obra casi nunca expuesta y cuya factura es casi clásica, aunque el joven es representado con el dedo en la rariz. «No es el Warhol que se conoce, pero es ya Warhol, con su ironí­a, su humor, su desenvoltura y su sentido del color», dice Cueff.

El visitante descubre los retratos emblemáticos realizados a principios de los años 60 en base a recortes de prensa, como los de Liz Taylor y Marilyn Monroe. Todos llevan la marca del estilo de Warhol, rostros en primer plano de los que sólo se conservan las grandes lí­neas, formato estándar (101,6 cm x 101,6 cm) y colores vivos.

En 1963, el artista realizó su primer retrato por encargo, el de la coleccionista de arte Ethel Scull. Warhol la llevó a un fotomatón en el que le hizo cientos de fotos, de las que eligió 36 que ensambló y coloreó.

Después pasó a la cámara polaroid, utilizando el mismo procedimiento de ampliación, sobreposición, impresión sobre tela y pintura. Esta técnica de la serigrafí­a es objeto de una sección pedagógica en la exposición, con documentos de trabajo originales sobre el retrato de la cantante Debbie Harry.

Entre 1972 y 1986, Warhol realizó unos mil retratos, es decir casi uno por semana, muchos de ellos por encargo, cobrados todos con la misma tarifa, 25.000 dólares. Warhol «ne elegí­a sus retratados, recibí­a a todo el mundo», la familia imperial iraní­, la princesa Diana, el hijo John Lennon, empresarios, modelos.

Finalmente, hizo los retratos de los poderosos y las celebridades. En la exposición están divididos por temas: estrellas de cine, artistas, grandes patrones o «glamour».

Esta última categorí­a llevó al empresario Pierre Bergé a retirar de la muestra los retratos de Yves Saint Laurent que habí­a prestado inicialmente, estimando que el diseñador «sobrepasaba el marco» del glamour y del mundo de la moda.

Esa mundanidad asumida «no impidió nunca ser profundo a Warhol», estima Cueff, sosteniendo que esos retratos fueron inspirados por los iconos bizantinos que Warhol, nacido en Pittsburgh de padres eslovacos, veí­a en su infancia.

Su «silla eléctrica» es un crucifijo moderno, y sus «cráneos» o su «última cena» remiten a la religión cristiana, dice el curador.