Viva El Salvador


La elección de Mauricio Funes, del FMLN, como nuevo Presidente de El Salvador es una buena noticia para todo el mundo, pues su ejemplo demuestra que las naciones pueden rectificar sus yerros y emprender una nueva senda de desarrollo y bienestar para las mayorí­as.

Eduardo Blandón

Luego de dos décadas de gobierno por parte de una derecha conservadora, el pueblo salvadoreño decidió ayer poner alto a un grupo polí­tico que nunca escuchó ni favoreció a los más débiles del paí­s.  Se creyeron eternos y pensaron que con consignas del pasado: comunistas, socialistas, guerrilleros, confiscadores… iban a convencer de nuevo a una sociedad cada vez más despierta y sabia.

No hay mal que dure cien años, ni pueblo que lo resista.  El pueblo salvadoreño ayer demostró sabidurí­a al rectificar la senda andada y avanzar hacia una nueva opción que mejore las condiciones de atraso con el que Arena sometió a sus ciudadanos.  Por esto hay que decir que si «errare humanum est», corregir es de gente, de pueblos sensatos y reflexivos. 

Ahora que Arena hace maletas, el FMLN tiene el desafí­o de impulsar polí­ticas de carácter popular que indiquen, en la medida de lo posible, que no se improvisa y que hay una opción clara por los más desfavorecidos.  La sangre de tantos mártires y héroes que soñaron por una nueva nación,  debe hacer fecundo ese suelo para que la semilla dé su fruto. 

El Salvador deberí­a decir, entre sus consignas y luego de corregir el camino: «Derecha, nunca más».  No a polí­ticos rapaces que esquilmen a los pueblos, no a polí­ticas que beneficien y favorezcan sólo a los que más tienen, no a la guerra fratricida contra hermanos que piensen distinto.  Aquí­ no se trata de revancha contra quienes se olvidaron de los pobres, se trata de una nueva visión que ponga al Estado al servicio de los más débiles y olvidados.

La lección salvadoreña deberí­a tocarnos también a nosotros mismos y estimularnos a cambiar el rumbo del paí­s.  Guatemala no avanzará, la historia lo ha demostrado suficientemente, mientras sigan gobernando los poderosos a través de polí­ticos serviles.  Es necesario trastocar las estructuras y generar una nueva opción, pero esta no llegará mientras estén los mismos.  Urgen polí­ticos y polí­ticas a favor de los excluidos que procuren sacar a la nación del lugar en donde está.

Mientras llega ese dí­a, celebremos la victoria salvadoreña y auguremos éxitos a ese pueblo trabajador y combativo.  Deseemos lo mejor y pidamos a Dios que la Revolución pací­fica que realizaron ayer no sea dé paja (como la nicaragí¼ense) y defraude una vez más a un pueblo que ahora luce orgulloso y contento.  No hay que dar espacio a las fuerzas del pasado para que un pueblo frustrado anhele «las cebollas de Egipto».