Fernando Ramos
La historia ha demostrado que la fama y el poder son adictivos; quienes llegan a experimentar tal condición, llegado el momento de perderla, usualmente, se resisten a reconocerlo; cuando lo hacen son agobiados por la soledad y la frustración; ejemplos abundan, los hay en todos los círculos.
En el ámbito político, quizá el más emblemático caso, de la historia reciente, es el de Richard Nixon. Su historia ha sido contada por todos los medios, escritos y visuales. í‰l es la muestra de que no es necesario ser carismático para acceder a un puesto de elección popular, y que obtenerlo no convierte a una persona en triunfador.
El ascenso y caída de Nixon contiene todos los elementos para llenar de morbo al menos suspicaz. Su elección como presidente de los Estados Unidos estuvo precedida de eventos que traumatizaron a toda la nación. Los hechos son conocidos, pero las dudas sobre ciertos temas, y las motivaciones que lo llevaron a convertirse en el único mandatario que ha renunciado a la casa blanca, aún persisten.
Después de tres años de haber renunciado, Nixon es contactado por David Frost, un famoso presentador de televisión, cuya trayectoria ha sido en programas alejados de la política, quien le ofrece una respetable cantidad de dinero para dejarse entrevistar. El ex presidente, ante tal oferta, accede. La cinta de Ron Howard: «Frost/Nixon», recrea las negociaciones previas y la entrevista, en la que ambos protagonistas se enfrascan en un desafío.
La película tiene más virtudes que defectos, empezando por la magnífica edición fílmica, que confiere el ritmo adecuado a una historia sin mayores enredos; ante la ausencia de giros sorprendentes, el montaje le da emoción a escenas que de otra forma se tornarían aburridas.
El mérito mayor del filme debe encontrarse en la actuación de Frank Langella, quien con paciencia construye un personaje complicado, que fácilmente podría haberse convertido en caricatura. El Nixon de Langella tiene la derrota en el rostro; la frustración en el tono de voz; en los gestos, el estigma de ser siempre el segundo; y la hipocresía política en la sonrisa; todo caracterizado de forma convincente. Es una de aquellas interpretaciones en las que el actor desaparece y queda a la vista el personaje.
Michael Sheen es el desafiante David Frost, su trabajo es sobrio; sin mayor alarde consigue darle forma al famoso presentador. Quizá el peinado le queda exagerado. Es digno contendiente de Langella, pero no alcanza la brillantez.
Los actores de reparto tienen sólidas apariciones, pues se hacen imprescindibles para el desarrollo del filme: Kevin Bacon es Jack Brennan; Sam Rockwell es James Reston Jr; Oliver Platt es Bob Zelnick.
«Frost/Nixon» es una producción cercana al documental, muy en el estilo de su sobrevaluado director Ron Howard, quien goza de la simpatía, incondicional, de los miembros de la academia; fue ésta, no «The Reader» (como opinan algunos críticos), la que ocupó el lugar de «El caballero oscuro» entre las cinco candidatas a película del año.
Calificación 7/10
EN INTERNET
http://cineforochapin.blogspot.com
http://www.frostnixon.net/
FICHA Tí‰CNICA
Título original: Frost/Nixon
Director: Ron Howard
Productores: Ron Howard, Brian Grazer, Tim Bevan y Eric Fellner
Guión: Peter Morgan
Protagonistas: Frank Langella, Michael Sheen, Kevin Bacon, Oliver Platt, Sam Rockwell, Matthew Macfadyen, Rebecca Hall, Toby Jones y Andy Milder
Música: Hans Zimmer
Fotografía: Salvadore Totino
Edición: Daniel P. Hanley, Mike Hill, Studio Imagine Entertainment, Working Title Films, Relativity Media y StudioCanal
Distribución: Universal Pictures
Estreno: 15 de octubre de 2008, en el Festival del Filme en Londres
Duración: 122 minutos
Países de rodaje: Estados Unidos y Reino Unido
Idioma: Inglés
Costo: 25 millones de dólares
En los tres años siguientes a verse obligado a dejar la Casa Blanca, Richard Nixon permaneció en silencio. Sin embargo, en el verano de 1977, el ex presidente aceptó conceder una única entrevista y contestar a preguntas acerca de su mandato y del escándalo Watergate que acabó con su presidencia. Nixon sorprendió a todos al escoger a David Frost como confesor televisivo, seguro de que podría con el alegre presentador británico y se ganaría los corazones y las mentes de los estadounidenses. Las entrevistas televisadas que realizó David Frost a Richard Nixon obtuvieron la mayor audiencia de un programa de noticias en la historia de la televisión estadounidense. Más de 45 millones de telespectadores, con ganas de echar un vistazo a la mente del ex presidente caído en desgracia y de oírle reconocer los abusos de poder por los que se vio obligado a dimitir, se sentaron ante el televisor mientras Nixon y Frost se enfrentaban en un fascinante duelo verbal durante cuatro noches. Los dos hombres eran conscientes de que sólo podía haber un ganador. Su legendario enfrentamiento revolucionó el arte de la entrevista, cambió el aspecto de la política e hizo admitir algo al ex presidente que sorprendió a muchos, incluso a él mismo.