Obama recibe a Lula


El presidente brasileño Luiz Inacio Lula da Silva será recibido mañana por el mandatario estadounidense Barack Obama para hablar de la próxima cumbre del G20 y de cooperación energética, y confirmar de paso su papel de interlocutor privilegiado en la región.


Los biocombustibles, de los que Brasil es el primer productor mundial, y sus inmensos yacimientos petrolí­feros por explotar atraen al gobierno de Obama, que quiere transformar drásticamente el horizonte energético de su paí­s.

Sin embargo, ambos paí­ses son también rivales comerciales, y las tentaciones proteccionistas son fuertes en tiempos de crisis, como señala Paulo Sotero, responsable del Instituto Brasil en el centro de estudios Woodrow Wilson.

«Las relaciones entre Estados Unidos y Brasil son buenas, pero superficiales. El reto para los dos (Obama y Lula), si creen que es importante, es profundizarlas en cosas que son de interés nacional para ambos paí­ses: estabilidad, energí­a, comercio, reforma de las instituciones financieras internacionales», explicó Sotero.

Para Obama, inmerso en la polí­tica interna a causa de la recesión y sin mucho tiempo para dedicarle a América Latina, Brasil es un socio idóneo, creí­ble y próximo ideológicamente, para acercarse a una región compleja.

«Brasil ha emergido como un intermediario, y Lula, que siente que tiene ases diplomáticos en la mano, quisiera ver una suavización de las tensiones entre Estados Unidos y Bolivia, Venezuela o Ecuador», sostuvo Riordan Roett, experto en América Latina de la John Hopkins University.

«El presidente Lula, con modestia y humildad, pretende ayudar a hacer que (Obama) mire hacia la región con la óptica correcta», sugirió el canciller brasileño Celso Amorim esta semana.

Para Brasil, que tiene su propia agenda diplomática en América Latina, la tan criticada ausencia estadounidense en la región no es un problema, sino una ventaja, recuerda Sotero. «Brasil no se resiente de esas cosas; estamos encantados», señala.

Pero el gigante sudamericano también tiene sus propios puntos débiles, y roces regulares con sus vecinos.

«Es la primera vez que Brasil tiene estabilidad económica con democracia, y es cierto que está emergiendo, pero eso conlleva también una gran responsabilidad», explica Sotero.

Lula, que tení­a previsto llegar a Washington hoy en la noche, mantendrá primero una reunión con Obama acompañado de ministros, y luego otra a solas, según la agenda oficial comunicada por fuentes diplomáticas brasileñas.

Previamente el brasileño, ex dirigente sindical, se reunirá de forma privada con el lí­der de la principal central sindical estadounidense, la AFL-CIO, John Sweeney, con el que mantiene una amistad personal desde hace años.

Lula y Obama deben volver a verse como mí­nimo dos veces más en las próximas semanas: en Londres, con motivo de la cumbre de paí­ses ricos y emergentes para avanzar propuestas de reforma financiera, y en la Cumbre de las Américas, a mediados de abril en Trinidad.

En su papel de paí­s emergente, Brasil reclamará en Londres tanto a Estados Unidos como al resto de paí­ses ricos que hallen mecanismos para normalizar el crédito, explicó Amorim.

Pero «Brasil, como México, por sus historias de inestabilidad financiera, pueden contribuir al debate con propuestas de reglamentación», arguye Sotero.

Tras su paso por la Casa Blanca, Lula viajará a Nueva York para un encuentro con empresarios e inversores el lunes.