Una joya arqueológica


El arqueólogo Richard Hansen explica el contenido del friso localizado en El Mirador, el cual relata una historia sobre Hunahpu e Ixbalanqué, los célebres héroes del Popol Vuh. FOTO LA HORA: AFP PRESIDENCIA

Cubierta por inmensos árboles en el espesor de la selva del Petén, en el norte de Guatemala, la cuenca de El Mirador es una «verdadera joya» que sigue guardando tesoros desconocidos sobre el esplendor de la civilización maya, la cual es mucho más antigua de lo creí­an los expertos.


Vista de la acrópolis central de Tikal, en la que se ha superpuesto el tamaño de la pirámide de La Danta, en El Mirador, para comparar el tamaño entre pirámides. FOTO LA HORA: ARCHIVO

«Es una joya increí­ble, un diamante en bruto. No hay nada en América Latina comparado con esto. Es una joya mundial», afirma el arqueólogo estadounidense Richard Hasen, quien el sábado develó un friso construido unos 300 años antes de Cristo en ese lugar, ubicado a unos 650 km al norte de la capital.

«Es la cuenca natural y cultural más grande del mundo maya, del hemisferio y del mundo en términos de volumen», agrega Hasen, una apasionado investigador que llegó a Guatemala a finales de la década de los 70 para quedarse a explorar y tratar de descifrar la civilización maya.

El experto está convencido que los mayas, junto con la china, mesopotámica y egipcia son las mayores «civilizaciones que construyeron el mundo».

Aunque «el mundo está despertando su interés para que El Mirador se cuide y se preserve», los fondos son insuficientes para devolverle su esplendor, toda vez que la cuenca la forman unas 4 mil pirámides, pero 3.500 están en proceso de exploración.

La más impresionante es la famosa pirámide La Danta, la cual no está totalmente descubierta, hasta el momento la más grande de las construidas por los mayas, con 300 metros de ancho por 600 de largo y alcanza una altura de de 72 metros.

Como una forma de generar ingresos, la embajadora de Francia Michí¨le Remis, anunció que en 2011 se expondrán entre 150 y 200 piezas de El Mirador en el Museo Du Quai Branly en Parí­s.

Entre tanto, el gobierno guatemalteco gestiona los trámites para que el lugar sea reconocido como Patrimonio de la Humanidad por el Fondo de las Naciones Unidas para la Ciencia, la Cultura y la Educación (Unesco).

Según las investigaciones, los mayas construyeron estos inmensos monumentos entre el 200 y 150 antes de Cristo, pero abandonaron el lugar entre los años 150 y 200 de nuestra era.

Después de 500 años de abandono, volvieron a ocupar la zona para construir residencias modestas y la dejaron para siempre hacia el 900 de nuestra era.

No obstante, con el descubrimiento del friso que data de los años 300 antes de Cristo, se puede afirmar que los mayas habí­an alcanzado un desarrollo antes del que pensaban los expertos.

El mural representa a dos personajes del libro sagrado de los mayas, el Popol Vuh, confirmando la originalidad de la creación religiosa en esa civilización y pone en duda la influencia cristiana sobre ella, como llevara a pensar una traducción que hizo en 1.700 el español fray Francisco Jiménez.

Aunque El Mirador es una mina arqueológica, el acceso es difí­cil porque se necesitan tres dí­as para ingresar por tierra, mientras que el tiempo se reduce a 30 minutos en helicóptero desde aeropuerto Mundo Maya, ubicado en Santa Elena, unos 520 km al norte de la capital.

Ante ello, solo unas 3 mil personas visitan anualmente este complejo incrustado en la selva de Petén, considerada el segundo pulmón de América después de la cuenca del rí­o Amazonas en Brasil.

«Es la cuenca natural y cultural más grande del mundo maya, del hemisferio y del mundo en términos de volumen».

Richard Hasen

arqueólogo estadounidense