Cuando muestran flaquezas


Aunque errar es de humanos, ello lleva al posesionamiento de convertirse en auténticas flaquezas. Tal demostración al final del itinerario convence sobre cómo tales actitudes rebasan el lí­mite convencional. Surge el derrumbamiento que decepciona tajantemente en el instante, sin término medio, tampoco otra ubicación.

Juan de Dios Rojas
jddrojas@yahoo.com

Bastan dos dedos de frente en ese y más sentidos en igual dirección y objetivos, distantes de llamarse operacionales. Máxime si existe en la tarima del pensamiento trato frecuente, interrelación casi alambicada, al sur de las posibilidades. Sin excluirse por supuesto algún encuentro ocasional y de repente una coincidencia a la vez.

El empecinamiento de una admisión posterior, del orden de las falsas apariencias, es prueba suficiente. Para el desarmamiento de la creación de engañosas ilusiones o falta de tino oportuno que se vienen al suelo en un santiamén. Después juramos y perjuramos no concederles ni siquiera el beneficio postrer de la duda que fracasa.

Proliferan en este entorno cambiante, agresivo, iracundo y mutante en general. Nada ni nadie goza de la exclusividad absoluta. Eso sí­, tiende a ser enfocado hacia mayor numero de personas, lejos de ser conejillos de Indias. En la actualidad pululan dondequiera con desfachatez; tan sencillo resulta su plena identificación con prontitud.

Estos seres crean expectativas a modo de ejecución salvadora, de cara a alzar sus bonos deleznables. Ofrecen, dicen hasta el cansancio hacer esto y aquello. Se comprometen solemnemente a cambiar el modus vivendi y operandi en favor del colectivo nacional. Sin embargo, la demostración es, pero en su propio beneficio y el de los suyos.

Razón de sobra hay en el diario acontecer, lo comprobamos bien y nos baja la moral cuando demuestran, sin tener vergí¼enza sus flaquezas. Distantes de la implicación de un choque de actitudes, deviene el firme reconocimiento de haber caí­do un tiempo de pendejos, ingenuos por completo y ser, incluso, de quienes sufren equivocaciones.

Ajenos a peyorizar a nadie, empero, con las falsas apariencias nos toman el pelo por igual, obreros, oficinistas y profesionales, además, jefes, Directores, funcionarios y signatarios que integran las entidades gubernamentales, en una ya extensa lista tipo Arca de Noé, de la burocracia expandida a la enésima potencia causante de asombro.

Si todo fuese diferente, al mismo instante y mediante el túnel del tiempo nuestra reacción seria distinta, de verdad deslumbrante. Pero lástima que no sea realidad tan hermosa belleza. Parecerí­a una fantasí­a y un mundo mágico, incapaz, en estos tiempos, de demostrar algo del todo imposible de ocultar o proferir meras historietas.

A tiempo que las personas localizadas, muy dadas a ofrecer el oro y el moro, exhiben de cuerpo entero enmarcado su desnudez y las consabidas flaquezas, subyace el desencantamiento. Todos los mortales las tenemos, pese a disimularlas o bien sublimarlas. De consiguiente sucumben ante nuestros ojos al final de cuentas.

Empero, Vale más tarde antes que nunca comprender el hecho común de mostrar algo diferente encanto nos encandilamos. Resulta que protagonizan en forma teatral, engañosa pero sorprenden bastante. Como quiera que sea después formamos nuestras defensas y sus mecanismos con destino decidido a no volver a recaer en la próxima ocasión.