El próximo 15 de marzo El Salvador elegirá a su nuevo presidente. Por primera ocasión en la historia, la izquierda del FMLN presenta una sólida ventaja en las encuestas, con su candidato Mauricio Funes, respecto a su principal contendiente, el oficialista Rodrigo ívila, del partido ARENA.
De ser ciertos estos pronósticos, la izquierda salvadoreña arrebataría el poder a un partido que lleva más de 20 años en el Gobierno.
Estos resultados podrían marcar un cambio en Centroamérica, la cual se vería convertida en una región conducida por líderes con visiones menos conservadoras a las de los líderes anteriores. El actual presidente, Antonio Saca, ha sido, a mi juicio, uno de los mandatarios más fieles a las políticas del gobierno republicano de Estados Unidos.
Estos son algunos hechos que sustentan mi juicio: Durante su gestión, el Ejército salvadoreño se convirtió en la única institución armada de América Latina en apoyar la guerra en Irak, enviando cerca de diez contingentes en misión a ese país.
También ese país se convirtió en sede de una academia para jueces y fiscales (ILEA por sus siglas en inglés) que muchas organizaciones de derechos humanos de El Salvador criticaron y que Costa Rica no aceptó en su país. Como beneficio -entre paréntesis-, fue el país que más «cooperación» recibió en el rubro de lucha contra el terrorismo.
Durante la gestión de Saca se aprobó una Ley Antiterrorista, con la cual se respaldaron para detener a varios activistas sociales. Finalmente, el mandatario ha cedido su base aérea para acciones militares de EE.UU.
También es uno de los países del Istmo que ha firmado con más países acuerdos de apertura comercial. Esto habla de su identificación con la línea de cero proteccionismo, y regirse por las leyes del mercado que ya ha dado muestras, no sólo de debilidad, sino de fuertes impactos en las economías de los países.
Ahora este país se enfrenta ante la posibilidad de girar hacia un espectro ideológico de izquierda. Y por cierto, también se encuentra ante un nuevo gobierno estadounidense que, aunque no representa cambios drásticos, al menos ha sido crítico de la política guerrerista de los republicanos, pues además de haber clausurado la cárcel de Guantánamo, se ha manifestado en contra de la presencia de su ejército en Irak.
Durante su campaña presidencial, el candidato del FMLN ha buscado calmar los miedos de las personas que temen perder ese vínculo con EE.UU. y sus posibles consecuencias. Ha, incluso, llegado decir que no hará nada que moleste al país del norte.
No obstante, está por verse qué postura puede tomar Centroamérica como región su relación con países como EE.UU. y la Unión Europea.
En materia de política interior -a grandes rasgos- posiblemente será muy parecido a lo que estamos viendo en Guatemala: muestras de buenas intenciones sobre cambios sociales, pero al final lo que determina es contar con suficientes recursos para una correcta cobertura y ser eficaces en la ejecución.
Sin embargo, al obtener el poder es muy posible que el discurso cambie. Ahora bien, lo interesante será ver cómo se proyecta Centroamérica gobernada por dos gobiernos adheridos a la propuesta del ALBA de Hugo Chávez, con dos partidos de la ex guerrilla en el poder, y otro denominado socialdemócrata.