Cuando en Chile se inició la transformación económica y social, en la década de los 70, se utilizó el denominado capitalismo popular a través del cual se privatizaron hidroeléctricas, bancos e industrias que en pocos años han hecho que este país se acerque a las naciones del primer mundo. Materializaron el concepto de «grande a Chile en la región austral», redujeron la pobreza enormemente, impulsaron las exportaciones y el desarrollo social y económico.
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¿Qué es el capitalismo popular? Es hacer condueños a miles y hasta millones de ciudadanos de un país, es erradicar la pobreza en buena parte, es garantizar mejores pensiones, es hacer crecer la clase media, es devolver la propiedad en manos del Estado a buena parte del pueblo que contribuyó con sus impuestos, con sus recursos a que se pudiera construir y pagar bienes tales como la hidroeléctrica de Chixoy, Jurún Marinalá, María Linda, Los Esclavos y tantas otras obras más. Adicionalmente, amplia la base tributaria y por consiguiente aumenta la recaudación.
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No es la primera oportunidad en que señalo esta importante figura de desarrollo económico y social, durante el gobierno del Partido de Avanzada Nacional cuando ellos plantearon la venta de Guatel, de la Empresa Eléctrica de Guatemala, la venta de la distribución y comercialización de la energía eléctrica en todo el país, expresamos pública y privadamente que no nos oponíamos a esa acción; sin embargo, planteamos que no debía hacerse dicha venta a un solo dueño o a un dueño predominante, que dichas ventas deberían de hacerse mediante el capitalismo popular. Por consiguiente, que se le vendiese hasta 40% como máximo a un operador que perfectamente podría ser la empresa que al final compró Guatel, propiedad de Carlos Slim, pero que el 60% de acciones restantes se dividiera en tres paquetes, 20% que lo compraran las reservas técnicas del IGSS, 20% que lo compraran -como pago obligatorio de su pasivo laboral- los empleados del sector público y los empleados del sector privado, con la limitación que durante cinco años no pudieran vender dichas acciones y así comprendieran el beneficio de tener ese ingreso adicional que como dividendos recibirían anualmente y el tercer 20% que lo compraran los usuarios.
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Preguntémonos ¿Cuánto estaría devengando el IGSS si fuera el dueño del 20% de Guatel?, ¿Cuánto devengarían los otros tenedores de acciones? El actual gobierno, a través del presidente de la República ha expresado que es un gobierno socialdemócrata. Qué mejor muestra de socialismo democrático que para poder obtener los recursos y construir Xalalá y otras hidroeléctricas, se venda Chixoy, Jurún Marinalá, María Linda, Los Esclavos y demás hidroeléctrica mediante capitalismo popular.
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El 40% que podría adquirir el ente operador pueden ser los actuales cogeneradores, especialmente los guatemaltecos que ya comprobaron y descubrieron las enormes ventajas y utilidades que significan ser dueños de una generadora eléctrica. Si por algunas circunstancias no les interesa, el IGSS puede aumentar la proporción de su compra y ser dueño del 50%. El rendimiento de esa inversión sería tres o cuatro veces mayor que continuar teniendo sus reservas en manos de bancos privados. Si el planteamiento es malo, plantee soluciones.