¿Amor o codependencia?


Para continuar hablando del amor es pertinente realizar una diferenciación acerca del amor maduro y el «amor» autodestructivo infantil o infeccioso.  Fromm, el maestro de la filosofí­a del amor, nos plantea los siguientes enunciados para poder discernir este asunto: «El amor infantil sigue el principio: «Amo porque me aman» y «Te amo porque te necesito»; mientras que el amor maduro plantea «Me aman porque amo» y «te necesito porque te amo».

Dra. Ana Cristina Morales Modenesi
crismodenesi@gmail.com

Hemos considerado que la existencia de amor en una relación de pareja se basa en el propio autoconocimiento, respeto y valoración que hagamos de nuestras personas.  Que tener pareja no significa vivir de manera simbiótica, o de manera parasitaria con otra persona, más bien es importante que cada integrante del par pueda vivir su propia existencia, respirar su propio aire, perseguir sus propios propósitos ante la vida.  Estando seguros de quién somos y lo que verdaderamente deseamos para nuestras vidas.  Compartir la vida con una persona es  una situación que debiese ser agradable, enriquecedora de nuestras potencialidades,  en este tipo de amor no se  implica de manera necesaria al   sufrimiento;  y nunca a la limitación de nuestra persona y de nuestras propias  necesidades, es decir,  autoanularnos no es amor.

 El amor va ligado de manera intrí­nseca con la dignidad como hombres y mujeres, con la humanización y elevación de nuestra calidad de vida.

En la existencia de  amores tormentosos que enmarañan nuestra vida, que pretenden que renunciemos a ser las personas que verdaderamente somos, y nos piden repliegue y sacrificios extremos, hemos de cuestionar de manera seria si esto es amor.

Las necesidades de afecto son una constante en nuestra naturaleza, sin embargo, nuestras experiencias de vida, nuestra cultura y socialización hacen de ellas convertirse en ocasiones en un problema.  Aprendemos a tener miedo de amar, de ser rechazados o abandonados en la vida y esto conduce a que estemos tan aprensivos ante  posibles pensamientos proféticos.

 Aún más, a las mujeres nos inculcan que nuestra función en la vida es convertirnos en cuidadoras primarias de quienes nos rodean y si no los tenemos puede llegar a abrigarse un sentimiento de incompetencia e  inefectividad ante la vida.  Posteriormente a ello nos acusan de enfermedad, ya que, por lo general, es un hecho que somos las mujeres las que amamos demasiado.  Así­ que existen cuestionamientos al utilizar el término codependencia de manera indiscriminada.

El asunto a tratar no serí­a si amamos demasiado, el amar demasiado no es el problema, el dejarnos en un segundo plano en el amor es lo dramático y lo autodestructivo.  Ya que de esta manera la otra persona  siempre será quien creamos que merezca más, a quien se valore más, incluso, llegando a  desbordar los lí­mites de nuestra propia autovalorización personal.

La persona codependiente piensa que su inicio y fin de su vida se encuentra en la constitución de su relación de pareja, no logra diferenciarse dentro de la misma, lo que le conduce a perder su identidad y a vivir la vida en función de otro/a.  Considerando que lo que siente es un grande o maravilloso amor, sin embargo, lo que realmente pasa es que se deja así­ misma completamente en un plano secundario para anteponer la vida y el bienestar de su pareja; a pesar de los costos personales que  conllevan, sobre todo, al detrimento de su misma autoestima.