Anillos de boda, monedas, gemas, broches ocultos por judíos que huían de los salvajes programas desatados durante la Peste Negra, y descubiertos 650 años después, protagonizan una fascinante exposición que abre sus puertas el jueves en Londres.
La muestra en la Wallace Coleccion, que cierra el 10 de mayo, incluye el tesoro hallado en 1998 en Erfurt, Alemania, y otro desenterrado en Colmar, en Francia, en 1863.
«Mientras la Peste Negra diezmaba la población de Europa en el siglo XIV, los judíos fueron convertidos en chivos expiatorios», recordó Steven Duffy, director de exhibiciones de la Wallace Collection, uno de los más secretos y encantadores museos que tiene esta ciudad llena de misterios.
«Acusados de haber envenenado los pozos, muchos lograron escapar, dejando atrás todo lo que poseían. Pero antes de salir huyendo, lograron enterrar sus bienes más preciosos, con la esperanza de recuperarlos a su regreso», dijo.
Pero claro, la mayoría de ellos no regresó. Fueron víctimas de la peste negra, que mató a una tercera parte de la población de Europa, o de los programas. Sólo en Erfurt, 1.000 judíos fueron masacrados en un solo día, el 2 de marzo de 1349, indicó.
«Los tesoros que fueron hallados en el barrio judío de Colmar, y cerca de la sinagoga del siglo XI de Erfurt, que es la más antigua de Europa, fueron seguramente enterrados por judíos», agregó Duffy.
El tesoro de Erfurt «seguiría sepultado de no haber sido por excavaciones arqueológicas» efectuadas antes de la construcción de un edificio de apartamentos, indicó la alemana Karin Sczech, comisaria de la exhibición en la Wallace, junto con Christine Descatoire, experta del parisiense museo de Cluny.
La exposición – que recuerda a cada paso la devastación causada por la peste, que se cree llegó en 1347 a Sicilia, en embarcaciones provenientes de Constantinopla (ahora Estambul) – incluye también un anillo de esponsales, dentro del cual hay una diminuta bola en oro, que repica cuando se mueve.
Incrustrado con dragones, el bello anillo hallado en Erfurt lleva inscrito «Mazel Tov», que en hebreo quiere decir «Buena fortuna», indicó Sczech.
Otra de las joyas halladas en Erfurt es un pequeño frasco de perfume, que estaba envuelto en un tejido de algodón traído de India. «Ya de por sí es extraordinario que ese material llegara desde tan lejos a un pequeño pueblo alemán», subrayó Sczech.
Indicó que expertos de una casa de cosméticos parisiense analizaron el precioso frasco de perfume que perteneció tal vez a una joven y bella judía, para tratar de descifrar la misteriosa esencia vertida allí hace más de seis siglos.
Pero según la experta, había «muy poco para poder analizar los componentes del perfume».
Sólo queda ahora el diminuto frasco de plata, que antes quizá desprendió un olor a jazmín o a rosas pero que, 650 años después de ser sepultado, es sobre todo un mudo testimonio de una historia trágica.