Como en los blog donde se escribe directo el comentario, hay algunos que me recomiendan que invierta mi tiempo en ayudar a repartir las transferencias a los pobres, así dejo de estar hablando de Cuba o de algunos presidentes, como que yo por no ser de la ideología de ellos no tuviera derecho a opinar.
Yo me pregunto, ¿qué restricción moral o intelectual tengo para no hablar de Cuba, de Venezuela, de Estados Unidos o del país que se me pegue en gana?
Yo veo que hay cientos, sino miles que hablan en la Prensa a favor de Cuba, a favor de Chávez, etc. y nadie dice nada de esto. También hay cientos o miles que hablan del Imperio, entonces me pregunto, por qué todos los demás pueden hablar de lo que quieran, pero yo no.
¿Qué restricción moral tengo para no hablar de los presidentes de Latinoamérica que ya se hacían multimillonarios con Petrocaribe, cuando el petróleo llegó a $150 el barril y Chávez les repartía a manos llenas?
¿Por qué no puedo hablar de las remesas condicionadas, cuando un montón de incautos de mente limpia habla a favor, porque lo consideran un beneficio social?
¿Qué restricción moral tengo para analizar si los precios del petróleo siguen igual, Venezuela quebrará?.
Yo creo que así como muchos tienen la libertad de hacerlo a favor, también yo tengo la libertad de hacerlo en contra. Así como otros tienen la oportunidad de rebatir, yo también la tengo.
Lo único que tengo limitación es a decir vulgaridades, por respeto a los que les gusta leer opiniones, pues no sólo es irrespeto a las personas que nos leen, sino que muestra que uno ni siquiera buena educación mamó.
Así que si yo no me opongo a que otros escriban, por que voy a obedecer lo que otros dicen que no escriba. Además, los que me están diciendo eso también están opinando, y por qué ellos sí pueden.
¿Por qué no puedo decir que algunos países han comido por 20 ó 30 años, por que otros les han regalado la comida?
¿Por qué no puedo criticar a los tiranos si todo el mundo lo hace?, sólo que yo los critico a todos por parejo y no sólo a los de derecha.
El que me aconsejó que yo fuera a repartir a las familias pobres para usar mi tiempo y dejara de escribir, yo le digo, que me consiga el chance y con gusto lo hago, sin sueldo, sin gasolina, sin ningún pago, así el mes siguiente empiezo a hacer las transferencias con cheques, con listados con número de cédula, con todo lo que mandan las leyes contables del país para que no se dé la idea de que estoy robando, y así se acaba la fuente de donde sacan el sobre para que los diputados aprueben los presupuestos y las leyes.
Una vez los diarios escritos o los blog me den su espacio, y si las cosas no se hacen transparentemente, yo seguiré escribiendo.