La gran fiesta del cine internacional en Berlín, que comienza hoy, atrae a numerosos apasionados, como Daj, un joven consejero en finanzas que llegó a las 11 de la noche de ayer y durmió en el centro comercial de Potsdamer Platz para comprar entradas para las películas que le interesan.
«Fui el primero en llegar anoche. Dormí hasta las siete de la mañana. Las taquillas abren a las diez. Este centro comercial está abierto toda la noche y ya los vigilantes aceptan que nos quedemos a dormir», dice Daj, todavía arropado y sentado en una colchoneta.
En el centro comercial de las Arcadas de Potsdamer Platz las banderas rojas y el gran oso de pie que simboliza a la Berlinale están omnipresentes. En medio de los almacenes que comienzan a abrir sus puertas centenares de personas hacen la fila, unas sentadas y otras de pie, esperando pacientemente como Daj.
«Quiero comprar entradas sobre todo para ver dos películas, «Mammoth», de Lukas Moodysson, con el mexicano Gael García Bernal, y «Rage», de Sally Potter, ambas en concurso. Sé que hay varias películas sudamericanas, pero a mí me interesa sobre todo el cine europeo, las películas austríacas o suecas, es cuestión de gustos», declara.
«Hace dos o tres años quedarse aquí era difícil, pero ahora no. Antes yo venía en la mañana, pero me di cuenta que era mejor pasar el tiempo aquí, durmiendo. Así la espera pesa menos», añade.
Elena, una rusa de 22 años nacida en Rostov on Don, al sur de Rusia, que estudia comunicaciones en Berlín desde hace dos años, llegó a las cinco de la mañana de este jueves al centro comercial. Está sentada en una pequeña silla plegable.
«La Berlinale es un evento muy interesante. Traté de comprar entradas por internet, pero era imposible, no lo conseguí, así que esta mañana madrugué. Quiero comprar entradas para «Mammoth» y «The private lives of Pippa Lee», de Rebecca Miller», dice.
Otro de los que esperaba pacientemente la apertura de las taquillas era el ingeniero informático Bodo, quien llegó a medianoche con su novia. Los dos estaban aún casi acostados, envueltos en sus cobijas.
«LLegué a las doce de la noche. Uno tiene que adelantarse si quiere comprar entradas. Luego se agotan, ya nos ha ocurrido. Hay pocos tiquetes en venta. Queremos sobre todo comprar entradas para «Rage», la película de Sally Potter», dice.
La fila en el centro comercial es cosmpolita. Hay japoneses, ingleses y rusos esperando.
A pocos metros de Potsdamer Platz, se encuentra el hotel Ritz Carlton, donde se hospedan estrellas como Kate Winslet y Michelle Pfeiffer. Varios camarógrafos y fotógrafos aguardan su salida.
Pocas horas antes de la apertura de la Berlinale, el centro de la ciudad es un hervidero de apasionados por el cine. Una joven distribuye en la entrada del metro la revista especializada hollywoodense «Variety».
Como una buena premonición la portada está dedicada a la película de la argentina Lucía Puenzo, «El niño pez», proyectada en una de las sesiones pararelas de la Berlinale.