El primer ministro iraquí, Nuri al Maliki, partió hoy hacia Jordania, donde se reunirá con el presidente estadounidense, George W. Bush, mientras la violencia prosigue su marcha incesante en Irak y el ejército estadounidense admitió haber matado a siete civiles iraquíes en 24 horas.
El juicio de Saddam Hussein y seis de sus colaboradores, acusados de la muerte de 180 mil kurdos en los años ’80, fue marcado por un incidente en la audiencia de hoy. Uno de los abogados de la defensa, Badie Aref, fue expulsado y detenido por 24 horas por haber «insultado el tribunal», según el juez Mohamed al Oreibi al Jalifa, que preside el Alto Tribunal Penal iraquí.
Maliki partió de Bagdad a Ammán, donde se reunirá esta tarde con Bush para buscar una estrategia que contrarreste la explosión de violencia en Irak.
Una nota interna confidencial de la Casa Blanca publicada el miércoles por el diario estadounidense The New York Times arroja dudas sobre la capacidad del primer ministro iraquí para enfrentar la violencia confesional, que enfrenta sobre todo a chiitas y sunitas.
«Las intenciones (del primer ministro) parecen buenas cuando habla con los estadounidenses (…) Pero la realidad en las calles de Bagdad sugiere que Maliki ignora lo que sucede, o que sus facultades no bastan para traducir sus buenas intenciones en acciones», escribió el consejero de Seguridad Nacional, Stephen Hadley.
La Casa Blanca respondió asegurando que mantiene su apoyo a Maliki. «Seguimos determinados a ayudar al gobierno de Maliki a alcanzar sus objetivos políticos, económicos, diplomáticos y de seguridad. Nuestros objetivos y nuestro deseo de ayudar a Maliki no han cambiado», dijo su portavoz, Tony Snow.
La violencia proseguía en Irak, donde el ejército estadounidense reconoció haber matado a siete civiles en 24 horas, en dos incidentes separados.
Cinco niñas y adolescentes iraquíes fueron muertas el martes en Ramadi, capital de la provincia occidental de al Anbar, feudo de la insurrección sunita en Irak, dijo el comando estadounidense.
El hecho se produjo cuando un tanque estadounidense disparó varios obuses contra un edificio donde se encontraban dos insurgentes que habían abierto fuego contra una patrulla. Los cadáveres de las víctimas fueron descubiertos entre los escombros de la casa.
El miércoles de mañana, dos mujeres murieron durante un ataque aéreo en el norte de Bagdad durante el cual fallecieron también ocho miembros de la red terrorista Al Qaida.
«Las fuerzas de la coalición siempre intentan disminuir los riesgos de herir civiles durante la lucha contra los terroristas. Los terroristas no dudan en poner a las mujeres y a los niños deliberadamente en peligro», aseguró el ejército norteamericano.
Un militar estadounidense también falleció el martes en la explosión de una bomba en el norte de Bagdad, elevando a 2.878 la cantidad de militares estadounidenses y personal asimilado muertos en Irak desde la invasión del país en marzo de 2003, según un conteo de la AFP en base a cifras del Pentágono.
Además, nueve iraquíes, entre ellos seis policías, murieron el miércoles de mañana durante varios ataques.
Cuatro policías fallecieron en un ataque suicida con coche bomba en Samarra, 110 km al norte de Bagdad.
En la misma región, un puesto de control policial situado entre Samarra y Duluhiyah fue atacado por unos 40 hombres armados, con un saldo de dos policías muertos.
En Bagdad, dos civiles fallecieron al explotar una bomba artesanal al paso de una patrulla policial.
Un civil murió en la explosión de un coche bomba en el centro de Mossul (norte de Irak).