El término «crisis financiera» se ha puesto de moda, y por todos lados podemos ver sus efectos. En el ámbito de la cultura, el mercado del arte se resintió, y muchos pintores no han obtenido las ganancias que pretendían en las grandes subastas de Nueva York y Londres.
Con respecto al libro, vehículo tradicional de expresión de la literatura, desde el año pasado ha habido la preocupación, no sólo por la rebaja en la demanda que pudiera tenerse, sino por el encarecimiento de los materiales.
En la pasada Feria Internacional del Libro en Guadalajara, México, la más importante de Latinoamérica, se evaluó esta posibilidad. Sin embargo, para algunos editores, la crisis financiera pudiera no impactar en el mercado del libro.
La razón que ofrecían es que la demanda de libros se realiza por un público cautivo, amante de las letras y que difícilmente se resiste a la tentación de comprar.
Sin embargo, esto puede ser no del todo cierto. Basta ver el ejemplo de las dos librerías más grandes de Nueva York. La Barnes&Noble y la Borders. En el caso de la primera, que además es la más extensa del mundo, con 40 mil empleados y 800 locales en todo el orbe, llevan meses registrando caídas en sus ventas. Por su parte, Borders anunciaron que el pasado diciembre sus ventas navideñas cayeron en 12 por ciento, con respecto al 2007. En otras palabras, el público «cautivo» del libro -por muy fascinado que esté- renunciaría fácilmente a comprar en caso de emergencia económica.
Existe otra idea del libro, especialmente en los técnicos y escolares, y es que éstos son de carácter obligatorio muchas veces en el sistema educativo. En términos generales, a principio del año, en nuestro país, existen saludables ventas en las librerías, debido al inicio del año escolar.
Pese a ello, la Gremial de Editores de la Cámara de Industria de Guatemala reportó algunos inconvenientes, debido a los esfuerzos de gratuidad en el sistema público escolar. Sucedió que se consideraba como un «cobro» ilegal en las escuelas el que los maestros recomendaran libros.
«El Ministerio de Educación aclara, que en establecimientos educativos públicos, no está prohibido recomendar libros de texto o bibliografía, siempre y cuando éstos no se vendan en los establecimientos educativos o en establecimientos comerciales predeterminados; quedando a discreción de los padres, madres de familia o encargados, el medio de adquisición de los libros en forma similar a como se hace con los uniformes. (…) La prohibición a la que hace referencia el artículo 2 del Acuerdo (ministerial de gratuidad), va orientado en evitar que los establecimientos educativos se conviertan en centros de negocio», manifiesta un comunicado de la gremial.
OPTIMISMO MODERADO
Los más optimistas consideran que, aunque pequeño, el mercado de consumidores de libro, sea de literatura, texto o técnico, es cautivo y difícilmente se resistirá a adquirir un ejemplar, mientras los pesimistas están preocupados sobre todo por el aumento en los precios de los insumos.
En el caso de los insumos del libro -papel y tinta- se ha visto un aumento de hasta 56 por ciento, según los países. Además, se debe tomar en cuenta la actual devaluación del quetzal con respecto al dólar, lo cual incide directamente en las importaciones.
«Durante el año hemos hecho un solo aumento de precios, por debajo del 11%, y no de todos los libros para conservar la rentabilidad. El libro en todo caso tiene una demanda inelástica, si hoy pusiéramos libros a precios módicos no vamos a pasar de 500 a 500 mil lectores», declaró Carlos Ramírez, director comercial de Santillana.
Santillana, explicó, ya toma sin embargo medidas contra el tsunami económico y busca mejorar sus procesos productivos y ser más selectivos al momento de editar un libro.
«En enero vamos a lanzar la nueva novela de José Saramago y es inevitable leer al premio Nobel portugués. Si antes teníamos una producción de 300 libros al año, bajará a 200 en 2009, y de nuevos escritores si eran cinco ahora serán entonces uno o dos», añadió Ramírez.
El también peruano Pedro Huerta, director general de Random House Mondadori en México, también refleja un optimismo moderado sobre las repercusiones de la crisis en el mercado editorial ya que las previsiones de ventas para la época navideña son «muy buenas» y en la FIL ya registran aumentos de 50%.
«A lo que le tenemos respeto y nos estamos preparando en términos de reducción de inversiones es a los primeros nueve meses de 2009, cuando esperamos una contracción de la demanda de libros», añadió Huerta al recodar que el mercado editorial muestra cifras estables y moderadas cada año, del 2% al 4%.
«Se vienen momentos complicados, pero no lo hemos resentido, nuestros números se han alcanzado, seguimos con crecimiento comparando con años pasados, se han abierto nuevos puntos de venta», comentó al coincidir que el libro tiene un mercado cautivo de consumidores de cierto poder adquisitivo.
Pero, pese a todo ello, esto es básicamente un problema de mercado. En esencia, la literatura continuará; sin embargo, los autores y escritores, sobre todo quienes se inician, deben esforzarse el doble para publicar, o más bien buscar alternativas.
ALTERNATIVAS
El problema de la crisis impactando en el libro es un problema mercadológico, y que incide inmediatamente en las librerías. í‰stas, a su vez, deberán trasladar el problema a las editoriales, con quienes hacen acuerdos para impulsar sus libros. Si éstos se quedan en bodega, no serán las librerías las que tienen que ver qué hacen, si no las editoriales.
Por ello, Yanira Gálvez, directora de la Feria Internacional del Libro de Guatemala (Filgua) y miembro de la Gremial de Editores de Guatemala, aseguró que, por el momento, no han tenido problemas para la producción de libros.
«Hasta el momento hemos tenido las mismas cifras, y el año pasado se registró un alto número de títulos que salieron al mercado», aseguró Gálvez.
Pese al descenso en las ventas de libros, las ventas por Internet, en cambio, siguen subiendo, como demuestra el 17% de aumento que Amazon.com ha preanunciado respecto a sus resultados globales de 2008. Por eso hay quien asegura que el problema del mundo editorial no tiene ninguna relación con la crisis, sino con un sistema de negocio que se ha quedado obsoleto. «Los libros no suelen sufrir en tiempos de crisis porque son uno de los entretenimientos más baratos. El problema es que el mundo editorial hoy funciona de la misma manera que en el siglo XIX. Es muy ineficiente, así que esta crisis generalizada creo que nos va a venir bien para ponernos al día y adaptarnos al siglo XXI», según el veterano editor neoyorquino Mort Janklow.
Sus palabras no parecen descabelladas: mientras la música ha transformado radicalmente su modelo de negocio y el cine y la televisión comienzan a hacerlo obligados por los cambios que ha traído Internet, el mundo del libro se ha quedado rezagado. «Las editoriales no controlan la distribución y pierden mucho dinero por ello. Todo se basa en apuestas, en probabilidades, nadie sabe realmente cuántos libros imprimir o reimprimir y además las editoriales tienen que hacerse cargo de lo que esas librerías inmensas no son capaces de vender. Todo eso tiene que cambiar, sobre todo ahora que los pequeños libreros se han visto obligados a desaparecer», sostiene Janklow. En su opinión, las editoriales tienen miedo de los cambios que puede traer el mundo digital porque temen perder dinero. «Pero es que el negocio de la cultura nunca debería haber tenido como objetivo el ganar dinero a espuertas. Es ridículo gastarse millones en fiestas, viajes y cenas de lujo. Ahora todas las editoriales anuncian que se apretarán el cinturón. Normal. Lo absurdo es que vuelvan a despilfarrar cuando las cosas vayan bien. La cultura tiene que ser rentable pero no debería tener como objetivo el exceso», asegura un agente que consigue para algunos de sus autores adelantos millonarios. «Pero eso me permite que otros escritores menos conocidos al menos puedan publicar y vivir de su trabajo», se defiende.
Esos son los que más van a notar la crisis, afirma Janklow, puesto que las grandes editoriales no van a estar dispuestas a apostar por desconocidos. «Pero esto es sólo transitorio. Yo tengo mi propia teoría: en cinco años este negocio va a ser muy diferente», agrega.
EDITORIALES ALTERNATIVAS
Desde la década de los noventa, la industria del libro ha visto cómo se ha expandido el número de editoriales. Sin embargo, no son las tradicionales casas grandes, de tirajes de más de mil ejemplares y que buscan que el viento del mercado sople a su favor.
Al contrario, son editoriales quijotescas, que ante la frialdad del mercado, se han visto comprometidas con escritores jóvenes, ocultos por las grandes editoriales, y que piden y merecen una oportunidad.
«Está muy alejado de un fin económico. Para mí, lo principal es difundir, promover. Me ha tocado difundir a mucha gente que no había tenido jamás una publicación y es un orgullo tremendo verlos que están haciendo sus óperas primas y me toca a mí hacérselas», señala Hernán Venegas, editor de GeoBlack Ediciones.
Cristián Cottét, director de Editorial Mosquitos, una empresa que ya lleva más de 15 años en funcionamiento, concuerda en que la principal motivación es promover nuevas obras pero, manifiesta que, además de los fines comerciales, sus principales esfuerzos están encaminados a «tratar de romper el elitismo que se ha producido en los libros», en cuanto al acceso y difusión.
Por su parte, las editoriales universitarias, que se han visto enfrentadas a graves problemas de subsistencia en el último tiempo, pueden asimilarse a las editoriales pequeñas por los tirajes reducidos y el afán de difusión de materias y autores a los que, de otra forma, les sería muy difícil publicar.
«Como objetivos tenemos promover la lectura, difundir la creación de nuestros académicos, estudiantes y de actores externos a la universidad, abaratarle el libro a los estudiantes. Son muy pocos los que producen textos para universidades en nuestro país (…) La riqueza de académicos, investigadores y conocimientos que hay en la universidad, se perdería si no trabajamos en estas áreas», aclara Lenka Friedmann, directora de la Editorial de la Universidad Santiago.
EN GUATEMALA
Recientemente, la casa editora Santa Muerte Cartonera inició operaciones en el país. í‰sta es una editorial alternativa de México, y que busca proyectarse en Centroamérica. En Guatemala, presentó un libro del poeta guatemalteco Gabriel Woltke.
Esta editorial sigue la línea de otras; para evitar caer en el juego especulativo del papel y la tinta en el mercado internacional, más bien adquieren una filosofía ecológica, y buscan hacer ediciones con material reciclado.
Héctor Hernández Montecinos, representante de Santa Muerte Cartonera, estuvo en el país presentando este sello editorial (lea su entrevista en esta misma edición).
OTROS SOPORTES
La editorial Libros Mínimos, dirigida por el poeta Julio Serrano, es muestra de que la literatura no necesariamente pasa por una imprenta, ya que publican títulos en su portal de Internet www.librosminimos.org.
Internet, por cierto, es una de las plataformas que crecerá con la probable caída de la producción editorial. Sobre todo, en Guatemala, ya existe un constante movimiento dentro de los blogs, para poder estar en constante proyección.
FILGUA
Para concluir, con respecto a la producción editorial de este año, habrá que hacer notar que -por primera vez desde que se creó- la Filgua será anual. La Filgua es un buen espacio para proyectar la literatura centroamericana.
Según la ya citada Yanira Gálvez, los editores guatemaltecos intentan que Filgua sea el espacio común para que la producción de libros de Centroamérica, sobre todo para especialistas y comerciantes de libros internacionales.
Filgua se realizará este año del 24 de julio al 02 de agosto de 2009, en los Salones 4, 5 y 6 del Parque de la Industria, Ciudad de Guatemala.
Filgua fue creada como una actividad cultural dirigida a la promoción del libro y la lectura en el país, además de promover la libre circulación del libro hecho en Centroamérica y el intercambio de ideas y expresiones artísticas y culturales.
La Gremial de Editores informa que ya se puede realizar la reserva de stands. En el 2009 FILGUA contará con 159 espacios para que editoriales, librerías, distribuidores, instituciones que publican, tanto nacionales como internacionales, visibilicen su producción editorial y amplíen la distribución de la misma.
Para la presente edición de Filgua se tendrá a Costa Rica como Invitado Especial, con lo cual se propicia el acercamiento con la rica producción biobliográfica del país centroamericano y es una oportunidad para interactuar con editores, escritores y en general, conocer más de cerca su cultura.
Filgua es un espacio de intercambio de cultura donde además de promoverse la creciente industria editorial también se realizan múltiples actividades culturales, lo que la ha convertido en la actividad cultural más importante del año en Guatemala y en Centroamérica.