Virsa Valenzuela Morales
Un conductor va por un bulevar muy concurrido. Hace una parada que le marca el semáforo en rojo. De repente, sin saber por qué, se queda ciego. Imposibilitado en no poder conducir, se queda parado. En una ciudad como la de Guatemala, rápidamente decenas de bocinas se escucharían al nomás se dé luz verde. Somos tan poco solidarios que no nos importaría ni siquiera una enfermedad.
Algunos minutos después, quizá una hora, el agente de la Policía Municipal de Tránsito por fin se acercaría a ver qué pasa con el conductor ciego. Después de miles de palabras vacías, que no resuelven nada, y la mirada estorbosa de los curiosos, por fin se decidirán por remover el vehículo.
Obviamente, el conducto, aunque ciego, no estará dispuesto a dejar así por así su vehículo, por lo que se negará. Al fin de cuentas, terminará confiando en un hombre que le ofrece su ayuda, llevarlo hasta su casa y dejar su carro guardado en el garage. Sin embargo, aprovechando la ocasión, este hombre -modelo de buen samaritano- terminará por robarse el carro.
í‰ste, a grandes rasgos, es el inicio de la novela «Ensayo sobre la ceguera», del Premio Nobel de Literatura y escritor portugués José Saramago. Claro está, que la acción de la novela no ocurre en Guatemala. Es más, el autor se esfuerza para no dar detalles de una ciudad específica, porque, así como puede ocurrir en nuestro país, podría ocurrir en cualquier ciudad del mundo.
«Ensayo sobre la ceguera» continúa -con la trama del conductor ciego- en que poco a poco, toda la ciudad se quedará ciega, incluso el ladrón que se robó el carro, el oculista a donde acude el primer señor ciego, hasta alcanzar al presidente de ese país. Después, hipotéticamente, esa epidemia de ceguera se extenderá a todo el planeta, sin saber la causa.
Saramago se caracteriza por crear alegorías de este tipo, en donde muestra escenarios hipotéticos. Por ejemplo, en «Ensayo sobre la lucidez», imagina unas elecciones en la que todos los votantes emiten un sufragio nulo o en blanco, y el caos político que esto generaría posteriormente. Por obvias razones, imaginar un mundo ciego o unas elecciones desiertas, son posibilidades ni siquiera remotas, sino imposibles.
Pero para Saramago, le sirven para desarrollar acciones hipotéticas. En primer lugar, las acciones de «Ensayo sobre la ceguera», dan cuenta que poco a poco la población se va quedando ciega. Ello sirve al autor para parodiar la forma en que los Gobiernos intentan solucionar las crisis, como desastres naturales o evacuaciones por accidentes nucleares, por ejemplo.
Cuando, por fin, todos quedan ciegos, le sirve para evaluar las posibilidades en un mundo en donde todos somos iguales, al menos en condiciones. Y todo conduce a que ésta es otra hipótesis nula, ya que cuando todos quedan invidentes, el miedo se apodera de los corazones de las personas, por lo que algunos se vuelven violentos, otros se humillan con tal de sobrevivir, otros se abandonan, otros intentan sacar provecho de la situación.
En vez de compadecerse en la desgracia, este mundo de ciegos intenta restablecer un nuevo orden, similar al anterior, en el que existen jerarquías. Es cierto, es un mundo en que ya no hay pobres ni ricos, pero siempre hay personas que intentas apropiarse del poder, a fin de satisfacer sus necesidades y la de sus amigos y familiares cercanos.
Esta novela es una de las mejores de la literatura mundial que se ha escrito en los últimos años, por parte de uno de los escritores vivos más admirados en la actualidad. Recientemente, se estrenó en Estados Unidos la película que se basa en esta obra.
Saramago fue muy celoso en otorgar los derechos de autor para que esta obra pudiera ser llevada al cine, pero sólo fue posible gracias a que el director de esta película, llamada únicamente «Blindness» («Ceguera», en inglés), Fernando Meirelles, prometiera hasta el cansancio que respetaría cada uno de los detalles del libro.
Es decir, ésta no será una de esas películas en que difieren grandemente de la obra original. Sin embargo, siempre es bueno adentrarse en la aventura de leer, ya que esto alimenta nuestra imaginación y el suspenso va creciendo poco a poco, y no se resuelve en algunas horas, como sucede con las películas.
FICHA Tí‰CNICA
Saramago, José, «Ensayo sobre la ceguera» Traducción Basilio Losada. Barcelona: Santillana (Colección Suma de letras), 1995. 439 páginas. ISBN 84-95501-07-4